Los residuos del aceite de cocina que se utiliza en restaurantes, loncherías, taquerías y torterías del Centro Histórico servirán para crear biodiesel para el Turibús y también como combustible para el sector industrial.
Esta iniciativa forma parte de una alianza entre la Comisión para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos del DF, el Fideicomiso del Centro Histórico, la empresa La Luz de la Ecología México y la Autoridad del Centro Histórico, y busca establecer una gestión sustentable del manejo de los desechos del aceite comestible, la cual se pondrá en marcha en una semana.
En una primera etapa del proyecto, se pretende que los comercios de comida establecidos del primer cuadro –unos 300– se integren a la red de reciclaje del aceite comestible, y para ello deberán establecer un acuerdo con empresa encargada de reciclar.
«El objetivo es que los interesados cierren el acuerdo con la empresa Luz de la Ecología para que ésta les entregue bidones de 10 y 20 litros en los que se depositará el aceite que ya fue utilizado en la cocina. Una vez que se llenó el depósito, se le llama al personal de la empresa y ellos pasarán a llevarse el recipiente lleno.
«La empresa pagará un peso por cada litro acopiado. Posteriormente, el residuo será reciclado y, ya procesado, se le enviará a las empresas Biofuel y Repsol, quienes las destinarán para abastecer de biocombustible al Turibús o para también para otros giros industriales», expuso Alejandra Moreno Toscano, Autoridad del Centro Histórico.
Arnold Ricalde, asesor de la Comisión para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos del DF, informó que la campaña se dará conocer esta semana.
Dijo que aún se están afinando detalles con la empresa ADO, de la cual depende el Turibús –cuya red tiene 23 unidades– y la Secretaría del Medio Ambiente para que esta red aproveche el biodiesel.
«Se está evaluando si la combinación puede ser del 20 por ciento con biodiesel y el resto con diesel convencional», puntualizó.
La segunda etapa, agregó, se extenderá a las viviendas y comercios de diversos giros, y se prevé que ésta se ponga en marcha a fines de este año.
«Este programa es de gran alcance, y estamos proyectando que sea el catalizador para replicarlo en toda la Ciudad y, de igual forma, llevarlo a los estados del País», explicó Ricalde.
Moreno Toscano recordó que esta iniciativa ambiental surgió debido a una serie de denuncias ciudadanas que le presentaron sobre los malos olores que despedía el drenaje por las zonas de la Catedral, el Banco de México, Bellas Artes y la Alameda Central, principalmente.
«Procedimos a pedirle a los técnicos que analizaran qué estaba pasando en la red de drenaje del Centro Histórico. (…) Manejamos la hipótesis de que se podría tratar de una falla en la inclinación de la infraestructura como consecuencia de los hundimientos diferenciales, pero, después de los trabajos de desazolve, se encontró que el problema lo estaba originando la grasa que se quedaba incrustada en la red (…). Era como si el drenaje tuviera colesterol», explicó.
El diagnóstico, agregó, originó que en 2010 se hiciera obligatoria la colocación de trampas de aceite en los giros comerciales.
Fuente: Reforma.com
Reportero: Alejandro Ramos
Publicada: 16 de mayo de 2011
