El ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, ha afirmado este jueves que «no se puede concebir ninguna empresa por pequeña que sea al margen de la Responsabilidad Social Empresarial» (RSE) ya que, a su juicio, de ello depende «su supervivencia» en el actual proceso de cambio económico global.
Jáuregui ha realizado estas declaraciones en la conferencia inaugural del II Congreso Nacional de RSE, que se celebra este jueves y este viernes en Zaragoza con el lema ‘El camino de las pymes. Hacia la recuperación sostenible’.
El ministro ha explicado que la pequeña y mediana empresa (pyme) y toda sociedad en general «compite con el mundo», lo que exige tener «cada vez un grado de excelencia mayor». Para ser sostenible económicamente no solo hace falta «resolver los problemas inmediatos», sino también elaborar «una estrategia de sostenibilidad».
Ramón Jáuregui ha señalado que la empresa debe adaptarse al cambio global, caracterizado por la velocidad a la que se producen los cambios, la imprevisibilidad, así como la interdependencia de todos los acontecimientos.
En este sentido, el ministro ha recordado que nadie ha sido capaz de predecir la «primavera democrática» del Norte de África, que comenzó en Túnez, donde se ha incorporado un precepto a la Constitución que obliga a elaborar las listas electorales «cremallera», de tal forma que son listas paritarias, a partes iguales entre hombres y mujeres.
Respecto a la interdependencia, Ramón Jáuregui ha indicado que si Rusia, granero de Europa, experimenta una gran sequía, entonces las autoridades no venden el grano al exterior, el pan se encarece en Arabia Saudí, donde se produce una «revolución democrática» y sube el precio del petróleo.
Asimismo, ha recordado que «la mayor parte de los acontecimientos que están ocurriendo no habían sido previstos por miles de analistas», como ya ocurrió con la caída del Muro de Berlín o la crisis que experimentó Wall Street en 2010. Se está produciendo una «sensación de paradojas cada vez más inasumibles», por ejemplo, que conviva el aumento de la pobreza extrema con la posibilidad de crear bacterias sintéticas inteligentes, ha apuntado.
Hay una «necesidad imperiosa de reformarlo todo», como el sistema laboral, el financiero y la educación, ha dicho Jáuregui, quien ha añadido que «se ha producido un deficiente gobierno corporativo en las instituciones financieras».
En opinión del ministro, «lo peor» de la actual crisis ha sido el «desastre ético», que proviene del anterior establecimiento de «la cultura de la satisfacción», una combinación de «consumismo e individualismo» de una sociedad a la que se le prometió «la felicidad total».
Ahora «vivimos una encrucijada», ha continuado Ramón Jáuregui, quien ha subrayado que «no hay ya un Gobierno que pueda resolverlo todo» porque «los Estados también han perdido fuerza» y «no son como lo fueron en el siglo XX, capaces de estructurar la economía».
Soluciones
Ramón Jáuregui ha propuesto, entre otras soluciones, diseñar una «arquitectura financiera que permita que la globalización tenga un orden y la pregunta es dónde están las herramientas». Debe haber «una fiscalidad transnacional» para abordar desde el cambio climático hasta las plagas.
Es preciso implementar «una cultura de la empresa, una respuesta en clave de excelencia a los múltiples diálogos que una empresa tiene con sus grupos de interés, que ya no son solo los accionistas».
El ministro ha advertido de que si permanece el principio liberal del ‘laissez faire’ podría producirse «un desagüe paulatino de la RSE hacia prácticas más o menos puntuales», tras lo que ha alertado contra «esta cultura de la voluntariedad». También es preciso favorecer la verificación de información y la homologación internacional.
Jáuregui ha indicado que la ciudadanía es «cada vez más exigente» y que crece el «descontento general hacia las empresas», por ejemplo por la amplitud de los «abanicos salariales», la diferencia de ingresos de los ejecutivos respecto de los trabajadores que es de 1.000 a uno, en lugar de seis o 12 a 1, como hace años.
Se está produciendo «una deslegitimación de los directivos», entre otros motivos porque «la inversión socialmente responsable no crece en nuestro país», ha proseguido Jáuregui, en cuya opinión los empresarios deben actuar contando con el entorno, por ejemplo mejorando el clima laboral, valorando el medioambiente, la inversión a futuro.
El telón de fondo es que «gran parte del tejido reputacional que hemos construido con magníficas prácticas, con un esfuerzo enorme, ese trabajo se está desmoronando».
Esfuerzo
El consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Aragón, Alberto Larraz, ha aseverado que la RSE «va mucho más allá del cumplimiento de las leyes» e implica «que las empresas añadan a su objetivo de tener beneficios financieros el contribuir a mejorar las condiciones socioeconómicas del entorno».
Es preciso que las empresas «se hagan responsables del impacto social» de sus actuaciones y deben favorecer que la sociedad sea «laboralmente digna, cohesionada y además justa», más allá de «las contribuciones filantrópicas».
Así, Alberto Larraz ha indicado que hay una relación directa entre responsabilidad social empresarial y productividad, tras lo que ha considerado que «las empresas necesitan un ambiente social propicio para ser eficientes».
El presidente de CEPYME-Aragón, Aurelio López de Hita, ha afirmado que «la capacidad de lucha, de esfuerzo, de adaptación a las circunstancias» es «algo innato a la condición de empresario».
A esto ha añadido que «nada va a ser igual a partir de ahora» y que «la situación es muy complicada, no nos sirven los paños calientes». De Hita ha considerado que una empresa «tiene que ser algo más, tiene que ser algo adaptado a las circunstancias, que convenza a la población de que su misión es cambiar la imagen de la empresa y su entorno».
El Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, ha expresado que «nos encontramos en una situación de crisis como no ha habido nunca, una crisis global en la que hay cosas imprevisibles».
Este es «el final de una época en la que se podía ganar dinero de una forma fácil, especulando», ha dicho García Vicente, quien ha subrayado que «es una crisis que tiene caras, que tiene personas», aunque paralelamente «las crisis son épocas de oportunidades, de esperanzas».
«No se puede aprovechar la crisis para apretar a los proveedores, para hacerles llegar hasta el límite de sus posibilidades, ni para engañar a los clientes».
El Justicia ha considerado que para salir de la crisis es necesario que las Administraciones públicas garanticen la seguridad jurídica y la libertad porque «donde hay predictibilidad la gente hace sus previsiones y acaba invirtiendo».
«Hay que ser de fiar, las empresas tienen que ser de fiar», es decir, que «uno tiene que tener la convicción de que su trabajador, si le ofrecen 200 euros más, no se va a ir y a él tampoco le van a despedir para pagar 200 euros menos».
Fuente: Europapress.es
Publicada: 2 de junio de 2011.