La responsabilidad social se contagia: Caso Google e Intel

En el verano de 2007, con miras a convertir la energía solar como la principal de la compañía, Google enciende una de las mayores instalaciones solares corporativa en los Estados Unidos en su sede de Mountain View.

Google ha sido siempre un pionero en muchísimos aspectos; prácticamente se puede decir que la innovación es parte fundamental de su filosofía, y no sólo se percibe en sus productos sino en su gestión empresarial.

Los 9.212 paneles solares producen 1,6 MW de electricidad; suficiente para proporcionar electricidad a unos 1.000 hogares de California. El proyecto, independientemente de que ayudará a reducir las emisiones de carbono, es por supuesto, rentable en cuanto a la generación de energía para la compañía; la inversión se amortizará en alrededor de 7,5 años.

Con este marco, una circunstancia interesante sucede. Cuando una compañía en determinado sector comienza a ejercer buenas prácticas en pro del desarrollo sustentable, otras organizaciones se sienten impulsadas a hacerlo… situación que beneficia por supuesto a todos.

Así, Intel acaba de hacer público que generará 1,5 megavatios de electricidad en sus instalaciones de energía solar que recién puso en marcha en su sede de Folsom en California.

Asimismo, la empresa ha inaugurado instalaciones de este tipo en Chandler, Arizona, en el marco de un proyecto por el que se propone generar un total de 2,8 megavatios de energía eléctrica limpia anuales, y por el que también dotará de plantas fotovoltaicas a sus sedes en Oregón y Nuevo México.

Las placas solares suministrarán el 25% de la energía que precisan dichas sedes en horario de máximo consumo.

Este año, la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos reconoció a Intel como el mayor comprador de energía eléctrica limpia por tercera vez consecutiva.

Sin importar de quién fue la iniciativa o que empresas primero logren los objetivos, hay que hacer notar una situación virtuosa… la responsabilidad social se contagia.