La desconfianza que se ha adueñado, en buena parte, de la banca tradicional ha favorecido, en cambio, a la banca ética. Rocío Macías, técnico del área de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) e Inversiones Éticas de Economistas sin Fronteras (EsF), destaca una búsqueda de alternativas dirigidas a crear una economía más justa y sostenible y que incluye, entre otros, a los productos de la denominada Inversión Socialmente Responsable (ISR). Este concepto, muy ligado al consumo responsable, «añade criterios sociales, medioambientales y de gobierno corporativo a los tradicionales criterios financieros», sin restar rentabilidad. «La ética y la rentabilidad no están reñidas», subraya Rocío Macías. «A medio-largo plazo, la rentabilidad obtenida en esta clase de productos es la misma que la de cualquier fondo de su misma categoría, si no mayor», añade.
¿Es posible una economía basada en la justicia y la solidaridad?
Es posible, al menos, avanzar hacia ese horizonte -aunque sea lenta y costosamente-, algo que implica trabajar en muchos ámbitos: en el político (a nivel local, nacional e internacional), en el formativo y en el nivel de las prácticas económicas. EsF trata de trabajar, con toda modestia, pero con toda ilusión, en los dos últimos.
¿Cumple estos criterios la Inversión Socialmente Responsable (ISR)?
Es una de las prácticas económicas a las que antes aludía. El concepto de inversión socialmente responsable está muy ligado al consumo responsable, aunque se refiere a cómo manejamos nuestro dinero cuando decidimos realizar una inversión. La ISR añade criterios sociales, medioambientales y de gobierno corporativo a los tradicionales criterios financieros, permitiendo a los inversores combinar objetivos financieros con valores vinculados a ámbitos de justicia social, desarrollo económico, paz y medio ambiente. Somos responsables del destino de nuestro dinero y la ISR contribuye a un mundo más justo, equitativo y sostenible.
¿Los ciudadanos conocen este tipo de productos?
Este es un concepto poco conocido en España. Si le preguntamos a nuestra vecina o al panadero del barrio su opinión sobre la ISR, lo más probable es que no sepa sobre qué le preguntamos, pero si realizamos la misma pregunta a nuestros compañeros del grupo de voluntariado, o entre el equipo técnico o directivo de la ONG con la que colaboramos, obtendremos la misma mirada de extrañeza.
Entre las personas vinculadas al tercer sector, en general, se desconoce y, cuando se conoce, se debe al contacto de la persona con la ISR a través de su actividad laboral. Por ello, desde el área de Responsabilidad Social Corporativa e Inversiones Éticas de Economistas sin Fronteras hemos realizado un proyecto llamado «Inversión socialmente responsable y tercer sector: conocimiento y expectativas de los productos financieros socialmente responsables en personas vinculadas con ONG», que estudia, entre otros temas, el grado de conocimiento de la ISR en este sector.
¿Hay desinformación sobre la ISR o información suficiente, pero que no se transmite?
En general, hay desinformación y la información que hay no se transmite. Es básico que las entidades financieras, a través de las que se comercializan estos productos ISR, informen sobre los mismos y realicen las mismas campañas que con otra clase de productos no considerados ISR. También es fundamental el papel de las ONG al sensibilizar e informar sobre la Inversión Socialmente Responsable para que los ciudadanos que quieran gestionar sus ahorros de una manera más ética, responsable y sostenible conozcan los medios a través de los cuales pueden realizarlo. En general, hay una falta de información sobre la ISR desde los diferentes agentes implicados en el proceso, sobre todo, por parte de las entidades financieras. Otra de las conclusiones importantes es que se considera necesaria la regulación sobre la ISR en España para que haya un mayor control y conocimiento sobre ella.
¿Qué pueden hacer una ONG, una empresa y un consumidor para potenciar la ISR?
Debemos tener en cuenta que hoy en día existe una desconfianza generalizada, sobre todo en las entidades financieras, pero también hacia algunas ONG. A pesar de ello, estas últimas gozan de la fiabilidad de los ciudadanos y, para potenciar la ISR, podrían ofrecer información sobre la misma, igual que hacen para fomentar el conocimiento y uso de la banca ética. Deberían formarse en esta materia, y a su vez poder formar a los ciudadanos, y en caso de que realizaran inversiones, hacerlas a través de productos ISR y utilizar sus boletines, páginas web y revistas para informar sobre ella.
Las empresas deberían tener un comportamiento ético y responsable, con lo que fomentarían que los productos ISR invirtieran en ellas.
El consumidor podría, una vez obtenida la información necesaria y siempre que quiera realizar inversiones, solicitar este tipo de productos, ya que al generar demanda, las entidades se verían obligadas a ofrecerlos.
¿La falta de confianza en la economía en general afecta también a la banca ética o se confía más en ella?
Esta falta de confianza generalizada, y más en la banca tradicional, ha favorecido que la banca ética haya crecido en los últimos años de crisis económica. Se trata de buscar alternativas dirigidas a crear una economía más justa y sostenible.
¿Cree que la banca ética ha logrado, por lo tanto, una meta deseable o en España aún queda mucho recorrido en este terreno?
La banca ética ha obtenido un crecimiento sostenido en estos últimos años. En nuestro país, hay cinco entidades de banca ética y un total de 50.000 clientes, según los datos que manejamos, donde Triodos Bank tiene casi la totalidad de los mismos, con 45.000 clientes. El nivel alcanzado está muy lejos de ser significativo, pero es una carrera de fondo y se va por buen camino.
Una manera de fomentar la confianza del consumidor pueden ser los comités éticos de productos ISR. Economistas sin Fronteras forma parte de varios, pero ¿en qué consiste un comité ético?
Un Comité Ético de productos ISR es un órgano compuesto por expertos, a poder ser independientes, que vigila el cumplimiento de los criterios, principios éticos o de Inversión Socialmente Responsable del universo de inversión de estos productos. Es decir, controla que las empresas o estados donde se invierte cumplan con los criterios de inversión seleccionados. En nuestro caso, realizamos una labor de asesoramiento y vigilancia utilizando la información proporcionada por una de las agencias de calificación ética más importantes a nivel internacional (EIRIS), de la que obtenemos una información extrafinanciera o ética de las empresas.
¿El consumidor se puede fiar más de un producto ISR que cuente con este comité?
Si el comité está formado por expertos independientes, es un plus al confirmar que los criterios de Inversión Socialmente Responsable se cumplen. Por lo tanto, desde EsF se valora mejor un producto ISR que tenga comité y nos otorga, a priori, mayor confianza.
Si una empresa no cumple los criterios que marca el comité ético, incumple derechos humanos o causa un desastre ecológico y el comité lo comunica al banco, ¿es posible la desinversión en esa compañía? ¿qué poder tiene el comité en estos casos?
Si el producto ISR tiene incluida, en sus decisiones de inversión, criterios excluyentes que recojan el incumplimiento de derechos humanos y/o un desastre ecológico, la desinversión es y debe ser posible. En algunos casos será inmediata y en otros, según el protocolo de actuación establecido para la desinversión, puede llevar algo más de tiempo. El comité ético, en caso de que exista, decide en general qué empresas salen fuera de la inversión a partir del ideario ético del producto en cuestión y establece también el procedimiento de desinversión para los casos en los que se tenga que realizar.
¿Un consumidor sensibilizado sacrifica parte de la rentabilidad por confiar su dinero a un banco o productos que cumplen criterios éticos?
En el ámbito de la inversión, por lo general, la rentabilidad es algo importante que todos los inversores tienen en cuenta. En los resultados obtenidos por el estudio antes citado, se confirma que, a igual rentabilidad, se optaría por productos de estas características, e incluso, se cedería algo de rentabilidad, ya que se priman los criterios ISR, si bien siempre se invierte para obtener un beneficio y/o rentabilidad.
En el campo del consumo, todos los estudios realizados aseguran que una notable mayoría de consumidores, a igualdad de precio y calidad, preferirían optar (otra cosa es que lo hagan en la práctica) por productos o servicios de empresas responsables. Adicionalmente, creo que un consumidor responsable sí debe estar dispuesto a pagar algo más por productos responsables o de empresas responsables, algo que, como sucede en el campo de la ISR, se convertiría en un importante factor de impulso de la RSC.
Por lo tanto, ¿ética y rentabilidad no están reñidas?
No, la ética y la rentabilidad no están reñidas. Volviendo de nuevo al terreno de la inversión, está demostrado que a medio-largo plazo la rentabilidad obtenida en esta clase de productos es la misma que la que rinde cualquier fondo de su categoría, si no mayor. Además de criterios financieros, un producto ISR aplica otra clase de criterios por los cuales la información obtenida de las empresas en las que se invierte es más exhaustiva, es información extrafinanciera que hace que se gestionen otra clase de riesgos no tenidos en cuenta en otros productos de inversión. Ahora mismo, la volatilidad de los mercados afecta tanto a productos ISR como a los que no lo son y las rentabilidades son parejas en unos y en otros, haciendo que los inversores acudan a imposiciones a plazo fijo u otras inversiones más conservadoras. Pero insisto en la idea de que la rentabilidad, en todo caso, es la misma en unos que en otros.
Beneficios de la ISR para el entorno y los inversores
La Inversión Socialmente Responsable (ISR) supone decir «no» a las empresas con impacto negativo en el medio ambiente y a las que fabrican productos nocivos para la salud o armas, entre otras. «En definitiva, se contribuye a construir un mundo más justo y equitativo, decidiendo dónde van a parar tus ahorros, y se promueve que las empresas que no son socialmente responsables lo sean», añade Rocío Macías. Lo mejor de todo es que esto se consigue sin perder rentabilidad y quienes deciden realizar inversiones en estos productos pueden:
• Dirigir sus ahorros de forma responsable y congruente con sus principios éticos.
• Tener capacidad de influir en la política, comportamiento y estrategia de empresas y gobiernos.
• No financiar a empresas con comportamientos irresponsables (que fabrican o comercializan productos nocivos, agreden gravemente al medio ambiente, colaboran con regímenes corruptos, invierten en armas condenadas internacionalmente, etc.).
• Reducir los impactos negativos en el medio ambiente.
• Reducir la pobreza y otros impactos negativos en países en vías de desarrollo.
• Favorecer la integración de colectivos en riesgo de exclusión.
• Mediante el activismo accionarial, pueden presentarse en las Juntas de Accionistas y plantear sus inquietudes respecto a los aspectos negativos en los que la empresa está involucrada e influir en la toma de decisiones mediante el derecho de voto y, según el capital con que cuenten, el derecho de voz.
Fuente: Consumer.es
Por: Azucena García.
Publicada: 15 de octubre de 2011.