El proyecto español ‘Sumidero habitable de CO2; biocompuestos de bambú para viviendas sostenibles’, que tiene como objetivo la captación de CO2 a través de un sistema de construcción de viviendas sostenibles a partir de biocompuestos de bambú y plantaciones de la especie, fue premiado hoy por la Fundación Altran.
Así, el proyecto pretende principalmente la fijación de grandes cantidades de CO2 a partir de plantaciones de bambú, y la construcción de casas con este material. El bambú es perenne, crece constantemente, y con el material que se obtiene cuando las varas «ya son maduras», se pueden construir casas más baratas, de la misma calidad y apariencia que las fabricadas a partir de otros materiales. De esta manera, explica el autor del proyecto, Francisco Gallo, se fija el CO2 y se facilita a las familias que obtengan una nueva fuente de recursos.
Técnicamente, esta idea permite la generación de nuevas formas de utilizar las fibras de bambú, desarrollando paneles y elementos aglomerados de fibra paralela, reemplazando o complementando materiales de construcción.
En cuanto a los aspectos económicos y sociales, apoya el desarrollo de una industria local sostenible, fomentando la economía local a lo largo de todo el ciclo de producción, y contribuye a la generación de empleo, así como a la creación de la vivienda sostenible impulsando la economía y la calidad ambiental.
En la misma línea, el crecimiento del bambú favorece la preservación del planeta Tierra, así como la captura de CO2. De hecho, el compuesto resultante almacena el carbono absorbido por el bambú, y el proceso de producción se lleva a acabo con menos consumo de energía y agua, si se compara con industrias de la madera, el metal, los ladrillos y el hormigón.
En definitiva, se estimula el cultivo del bambú, y con ello la fijación de dióxido de carbono en estas plantaciones, que finalmente se almacena como componente fundamental de las construcciones, como unidades de vivienda.
«Si se generan grandes plantaciones de bambú se captarán grandes cantidades de CO2, y además se obtendrán más beneficios, como la reforestación, la preservación del estado de las cuencas, biodiversidad», indicó Gallo.
Los árboles ‘corrientes’ fijan el CO2 tan sólo durante su etapa de crecimiento, durante sus primeros 10 ó 15 años. Además, estos lo captan durante el día, pero por la noche lo exhalan. En cambio, el bambú tiene un crecimiento perenne, puede llegar a alcanzar hasta los 16 metros, crece 24 centímetros al día, y al tercer año ya se le considera una «vara madura» que puede cortarse, porque a su lado ya tiene a otra naciendo.
NUEVO NEGOCIO PARA LAS FAMILIAS DEL CAFÉ
De momento el proyecto se encuentra en fases preliminares, ha recibido una dotación de 16.000 euros con este premio, y pretende implantarse en aquellas zonas de América Latina y el Caribe donde puedan comenzar a sembrarse plantaciones de bambú, y principalmente en países más desfavorecidos como Colombia, Costa Rica o Brasil. Según apuntó Gallo, en estas zonas el café protagonizaba la principal fuente de recursos en las familias, que ha dejado de desempeñar este papel por culpa de los enfrentamientos y guerras.
«Con esta iniciativa estas personas podrán tener sus propios negocios y volver a subsistir», apuntó Gallo, al tiempo que indicó que una familia puede poseer una hectárea de bambú, que es una plantación perenne que le otorgaría recursos económicos siempre, que puede llegar a producir hasta 10 casas con el bambú que genera, y que fijaría hasta 9 toneladas de CO2, el dióxido de carbono equivalente a un vehículo que conduce hasta 70.000 kilómetros.
Francisco Gallo es graduado en Administración del Medio Ambiente y Master en Cooperación Internacional por la Universidad del País Vasco (UPV), ha sido seleccionado entre más de 159 candidatos, y en la actualidad desarrolla el doctorado ‘Asentamientos humanos y actividades económicas’, además de colaborar con Ingenieros Sin Fronteras (ISF) y la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Fuente: Ecoticias