‘Capitalismo: Una historia de amor’ (‘Capitalism: A Love Story’) es el último documental de Michael Moore, donde el cineasta hace un repaso a la historia económica de EE. UU. Desde que era pequeño, y se cumplía la abundancia que se nos ha vendido siempre sobre ese país, hasta la crisis actual.
El film tiene muchos momentos o aspectos a su favor y, en general, recibe una valoración positiva. En la parte favorable incluiré lo satisfactorio que resulta ver cómo unos ciudadanos que están acostumbrados a permitir las opresiones sin hacer nada al respecto aprenden que deben —o mejor aún: que pueden— protestar. Se disfruta, asimismo, el humor de algunos momentos, de los cuales, el vídeo sobre Cleveland es el más gracioso. Y es tan chocante como indignante conocer algunos detalles de su sistema que no se sabían, como los seguros de vida que las empresas hacen sobre sus empleados.
No encuentro que haya el mismo acierto cuando se trata de la claridad de su discurso. Se me antoja disperso y carente de las suficientes explicaciones como para convencer. De los temas sociales se puede hablar sin tanta preparación, pero para discutir sobre economía al nivel al que lo hace Moore quizá sería preferible ser economista o tener alguna base. En el documental se insiste en que “El Capitalismo es malo”, “El capitalismo es malvado”, “El capitalismo es el mal“… pero no se demuestra que lo sea. Sí se demuestra, por supuesto, que el Capitalismo ha fallado, que algunos han hecho trampa con respecto a él. Y eso ya me parecería una conclusión suficiente: se rechazaban otros sistemas porque permitían una fácil corrupción de sus líderes, pero éste también conlleva esos problemas y otros. Lo que resulta fallido, por tanto, no es lo que no demuestra en la película, sino el empeñarse en afirmar algo que no es lo que está planteando de verdad.
Aparte de eso, tras esa afirmación, Moore cree que da la solución al decir que lo que tiene que sustituir al Capitalismo es la Democracia, pero eso no es un sustituto, es algo que puede convivir con él. La Democracia no es un sistema económico. Probablemente, hablar de intervencionismo, le daba miedo.
Aventuro que le ocurre así porque Moore hace los documentales para que los vean los estadounidenses. Y, por lo tanto, constantemente ha de estar justificándose. Tiene miedo de perder el efecto si le tachan de comunista o de antiamericano y su prevención es echar mano de las cosas más “americanas”, por ello saca a los curas y a los obispos, a los antiguos próceres y líderes, habla de lo que supone ser de América —según su forma de llamar a su país, no la mía—, etc… Es adecuado el título “una historia de amor” porque parece que Moore ama el Capitalismo y le pesa tener que declarar que está en su contra, aunque le avergonzaría reconocer que está a favor.
Esa excesiva justificación es lícita para Estados Unidos. Queremos que el mensaje llegue y, si para ello debe nadar y guardar la ropa, de acuerdo. Pero en Europa, este tipo de cosas chirrían mucho. Por ese motivo, opino que Michael Moore debería hacer dos montajes de sus documentales. Uno para ellos y otro para exportar. Aquí hay cosas que ya sabemos y, durante los momentos en los que se dan a conocer, el visionado aburre. Sin embargo, seguro que hay otras que nos dejarían helados y que no se nos están demostrando porque en EE. UU. ya son de sobra conocidas. Y la manera de convencer, a veces tan didáctica y a veces tan autojustificada, aquí ni encaja ni es necesaria. Entiendo que lo que podríamos hacer los europeos es el ejercicio de ver sus películas como una curiosidad, para saber qué documental se les pone a los norteamericanos. Pero entonces quizá lo interesante sería ver sus reacciones a la salida de los cines. En cualquier caso, para nosotros es incompleto. Es decir, ver films de Michael Moore es tan necesario en Estados Unidos como innecesario en Europa.
El film anterior de Moore, ‘Sicko’, estaba más centrado y lograba dejar más claro su mensaje: lo demostraba sin posibilidad de argumento en contra. En él también se trataba el dato más interesante de ‘Capitalismo: Una historia de amor’ y se llevaba más lejos. Me refiero a la cuestión de que, a base de propaganda, se les ha inculcado tan a fondo el concepto del sueño americano que los ciudadanos apoyan un sistema que los empobrece y aniquila porque se les ha hecho creer que ellos podrán, algún día, llegar a ser igual de ricos que aquellos que se aprovechan de ellos. En ‘Sicko’ se ahondaba hasta decir que se les ha hecho creer que, si no lo han alcanzado, es por su culpa: porque no han luchado lo suficiente o porque son inútiles, lo cual crea una frustración que suma a la pobreza. Por otra parte, esa noción extendía un desprecio hacia los pobres, que todavía hacía más difícil demostrar la necesidad de dar ayudas sociales o de la sanidad pública.
En el artículo sobre aquel film ya mencioné la controversia que hay con los métodos manipulativos y demagógicos de Moore. Esta nueva obra suya tiene las mismas características en ese sentido, así que no me reiteraré sobre el asunto. Había dicho también lo que resume mi principal opinión sobre él: que predica al converso. Ya sé que no es culpa suya y que sería lícito obligar a quienes piensan de otra forma a que vean sus películas, pero eso no quita que ocurra así. De todas formas, parece ser que consigue cosas y que hay ya elementos que han cambiado. Cuanto más revuelo monte, más trascenderán sus ideas, incluso entre quienes no van al cine a ver sus películas.
Por lo tanto, no sé si ‘Capitalismo: Una historia de amor’ es necesaria como película, pero lo que sí considero imprescindible es que se conozca todo lo que en ella aparece.
Por: Blogdecine.com