El tema de la responsabilidad social y de la ética ha estado presente desde hace mucho tiempo en el medio financiero, pero en las escuelas de negocios se olvidó en los años 90, porque empezó a cambiar la filosofía de las empresas, prevaleció la idea de que los mercados se autorregularan, se insistió en que no era necesaria la participación excesiva del gobierno.
La liberalización era absoluta.
Todo estaba sujeto al propio interés de los agentes económicos, dice el director de la EGADE BS del ITESM, Álvaro de Garay, “sin embargo se dieron una serie de eventos que demostraron que esto no podía ser así, el primero de ellos fue el de Nike, cuando salió a la luz que mucho de su outsourcing, en países emergentes lo hacía con prácticas laborales no adecuadas”, aseveró el especialista. Eso despertó a la opinión pública, quien reaccionó diciéndole a los grandes corporativos que esas prácticas no eran moralmente aceptables; las compañías reaccionaron a la defensiva al principio, pero después tuvieron que cambiar su estrategia.
Fue el boom de los códigos éticos, de las mejores prácticas, recordó de Garay. “Fueron mucho más cuidadosos en las prácticas laborales, pero tiempo después con crisis como la de Enron o Worldcom, salió a la luz otro problema que no tuvo nada que ver con proveedores, sino con la mala conducta de sus directivos”. Empezó un cambio en los propios reguladores, quienes aceptaron que la autoregulación no era un supuesto válido; en EU se emite la famosa Ley Sarbanes Oxley, cuyo título oficial en inglés es Sarbanes-Oxley Act en 2002. Esta ley, es también conocida como el Acta de Reforma de la Contabilidad Pública de Empresas y de Protección al Inversionista.
También es llamada SOx, SarbOx o SOA. La Ley Sarbanes Oxley nace en EU con el fin de monitorizar a las empresas que cotizan en bolsa de valores, evitando que las acciones se alteren.
Fuente: ElUniversal.mx