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Los tres elementos

Por: Leopoldo Lara Puente

¿Cómo se resuelve el desempleo, se disminuye la pobreza, la marginación y la desigualdad?

Pregunta básica de todo gobierno que ha tenido múltiples respuestas.

Sólo en la historia reciente, digamos de la etapa de la postguerra a la fecha, se han generado una gran cantidad de teorías sobre el desarrollo de las naciones las que a su vez han sido promovidas por los organismos rectores de la economía en el mundo, como los grandes bancos de desarrollo.

En esos años, el objetivo fue impulsar la industrialización de los países en viñas de desarrollo para generar empleo. Esto se lograba con dinero público conseguido a través de préstamos. Se generaron muchas soluciones, pero muchos nuevos problemas.

Luego en los años 70, se cambió el paradigma. Ahora ya no se utilizaría el dinero público sino que se dejó al mercado actuar libremente. Esto acentúo las debilidades estructurales de los países en desarrollo lo que se convirtió en una mayor brecha entre ricos y pobres.

En los años 90 se plantearon nuevos retos: la apertura de todos los países a la inversión privada y otorgar, en calidad de urgente, servicios básicos como la salud y educación a la población más marginada. El problema era galopante.

Finalmente, ya en el siglo 21, nos enfrentamos a una cruda verdad: las propuestas económicas basadas en el libre mercado o en la participación directa del estado no han funcionado. La pobreza extrema ha crecido de manera alarmante, el desempleo es una constante y las crisis económicas recurrentes lo demuestran.

¿Qué hacer al respecto?

Una tercer camino se puso en marcha en los últimos años. En el, la participación de la sociedad civil organizada junto a las instituciones públicas y privadas se convierte en la nueva vía para alcanzar un estado de bienestar.

La responsabilidad social de las empresas, el asociacionismo sin fines de lucro entre ciudadanos para llevar a cabo acciones de beneficio colectivo y la apertura de los gobiernos para desarrollar programas en consenso con esos actores a través de prácticas en las que se ciudadanizan sus decisiones o de acercamiento con la población para el diseño y ejecución de sus planes, son las piezas principales de este nuevo esquema de desarrollo que enfrenta (con más recursos) esa cruda realidad.

Para que ese esquema funcione se requieren varios factores.

Efectivamente empresas comprometidas, que aporten sus recursos económicos, humanos y materiales en beneficio de la comunidad, porque en la medida en que la comunidad subsista, subsistirán ellas como negocio.

Por otra parte, ciudadanos comprometidos con los demás, con el entorno, con los valores éticos; capaces de asumir sus responsabilidades y sus obligaciones privadas y públicas, corresponsables junto al gobierno y a los demás actores del bienestar comunitario.

Y gobernantes sensibles, serios, eficaces y con sentido común, que logren identificar la voz ciudadana no gracias a su “gran capacidad” sino simplemente a que los canales de comunicación están abiertos en ambos sentidos, porque cumplen con la ley y con la democracia como forma de gobierno. Se requiere además transparencia, rendición de cuentas y mucha apertura, que genere confianza, que es el cemento que hace que estas alianzas logren embonar.

Los ciudadanos como las empresas van avanzando. En efecto, tanto las empresas socialmente responsables, como el asociacionismo comprometido, ha crecido en los últimos años. Es un hecho que existen cada día más empresas que utilizan parte de sus ingresos en causas comunes. También que existe una gran cantidad de asociaciones civiles profesionales que aprovechan fondos públicos y privados en beneficio de la comunidad.

Aun, sin embargo, falta el tercer elemento: el gobierno.

La falta de un servicio civil de carrera, la opacidad y discrecionalidad en el manejo de los recursos y la arrogancia que brindan los mareos propios del poder, hacen que los gobernantes se acerquen a los ciudadanos en pocas ocasiones y en la mayor parte de ellas en un afán clientelista, más que serio y comprometido.

Existen muchísimos ejemplos de discrepancias entre lo que quieren los ciudadanos y lo que terminan haciendo los gobernantes. Cambios en los usos de suelo y afectaciones de áreas verdes en contra de vecinos, cero información de cómo se gastan los recursos públicos, impedimento para que los ciudadanos participen en el diseño de las políticas públicas y en la ejecución del presupuesto, entre otras, son noticias que a diario están en los medios, que parecen normales, pero evidencian que al menos estos gobernantes no tienen claro que en este siglo ya superamos a los gobiernos que “lo saben todo” y al mercado que “todo lo controla”.

Que vivimos en el siglo 21 y que todos queremos y debemos participar, porque quizá muy pronto, ya no haya más oportunidades para nadie.

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FB: Esta Boca es Mía
TW: @leopoldolara

Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.

1 COMENTARIO

  1. NO HAY MAYOR VERDAD HOY DÍA… AUNQUE PARECE QUE LA VERDAD HOY DÍA ESTÁ FUERA DE UNA CULTURA DE LO RELATIVO, DE LO INMEDIATO, Y DE LO MAQUIAVÉLICO DE LA ECONOMÍA DEL «INDIVIDUO» Y DEL «CONSUMO»… TAN LEJOS DE LA ECONOMÍA DE «LA COMUNIDAD» Y DE «CONSERVAR». LA VERDAD ES QUE EL PRIVILEGIO DE PODER DISCERNIR ESA VERDAD … PARECE ESTAR A AÑOS LUZ DE SER PARTE DE LA AGENDA DE LO IMPORTANTE DEL ESTADO… ¿NO TE PARECE?

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