Mucho se habla últimamente de la Responsabilidad Social Empresarial -RSE-, un tema que ha trascendido lo meramente filantrópico para convertirse en parte del propio esquema estratégico de las empresas, en la medida que han entendido que el compromiso con causas sociales, que la mayor parte de las veces deberían corresponder a políticas públicas, no sólo las convierte en actores más decididos del desarrollo de la sociedad sino que merecen todo el reconocimiento y aplauso como modelos a seguir.
Muestras de actuaciones ejemplares van desde quienes a través de fundaciones como el afamado cantante Juanes, que ayuda a personas lisiadas por minas antipersona, o la estrella internacional Shakira, con su programa Pies descalzos que apoya la educación para niños pobres, hasta muchas empresas de todos los sectores que están inmersas en esta actividad que les permite a centenares de personas hacer más llevaderas sus dificultades.
No se trata solamente de destacar unos pocos casos, los últimos y los de los más famosos y prestantes, sobre verdaderas muestras de RSE. Particularmente en diciembre, un mes en que el espíritu navideño despierta la sensibilidad humana, decenas de empresas, de las más pequeñas a los grandes conglomerados, realizan verdaderas maratones de solidaridad a través de las cuales alegran la vida de miles de personas con regalos que estimulan y dan esperanzas.
Sin embargo, muchos de estos arranques temporales de colaboración distan realmente de lo que es RSE como política integral que recoge no sólo lo concerniente a las partes productiva, laboral y de protección ambiental, sino también la relación que debe existir con la comunidad ofreciendo apoyos y buscando que los más necesitados se inserten en procesos de mejoramiento y desarrollo personal y colectivo.
Así, a lo hecho por nuestros artistas Juanes y Shakira debemos sumarle lo que realizaron esta semana en Manizales las empresas Mabe y la Fundación Telefónica. La primera entregó a 40 familias de damnificados por distintos eventos en la ciudad de a un combo de electrodomésticos, es decir una nevera y una estufa. Entre tanto la segunda, puso en funcionamiento en el Hospital Infantil de Manizales un Aula hospitalaria la cual les permite a los niños que están en tratamientos médicos mantener una relación de aprendizaje a partir de la interacción con el mundo virtual.
Si a lo anterior se le suman campañas como la de donación de zapatos que periódicamente hace Manisol o la que realizaron este Diario y la Fundación Éxito para darles a niños de sectores deprimidos de la ciudad juguetes en Navidad, o la entrega de mercados para instituciones pobres, actividad que adelantan algunos supermercados, encontramos que se origina un vínculo afectivo y de atención ante la necesidad de mejorar las condiciones de la gente pobre.
No se trata de simple asistencialismo o de una ayuda por un momento de crisis, para nada, se trata de organizaciones constituidas con un fin de lucro económico que manejan complejos procesos productivos y que no obstante generar condiciones laborales para mucha gente con el pago de salarios y prestaciones, además de toda una carga de obligaciones tributarias y parafiscales, deciden compartir parte de sus utilidades a través de programas sociales sin pedir nada a cambio.
De esa manera lo hecho por tantas organizaciones, de todos los tamaños, que no alcanzaríamos a mencionar en este espacio, y que hacen parte de fundaciones, de ONG o sin estar inmersas en ellas, es la muestra más clara de que los empresarios tienen una responsabilidad mucho más grande que la de cuidar sus negocios y buscar multiplicar recursos.
Qué importantes son estas acciones que tienen mucho más significado cuando sus protagonistas son estrellas de la vida artística y pública o marcas reconocidas, pues se convierten en referentes de ejemplo para los demás. Esperamos que tantas dificultades económicas y de pronósticos de recesión que se advierten para los próximos años no afecten el sentido de responsabilidad social de las empresas, actividad de gran ayuda y significativa dentro del complejo e insuficiente papel del Estado.
Fuente: La Patria