La moda se ha sumado a la fiebre de lo verde: vestidos hechos con algodón ecológico, jeans con tintes respetuosos con el medio ambiente o prendas de nylon manufacturados a partir de botellas recicladas. En un sector donde la competencia es feroz, lo «eco-friendly» puede marcar la diferencia.
Los grandes de la distribución no quieren perder el tren de la moda ecológica: H&M presentó hace unas semanas su informe de sostenibilidad anual acompañado por una cuidada colección de prendas para la alfombra roja hechas a partir de fibras recicladas y Zara eligió el algodón ecológico como material de 2 millones de camisetas en 2011.
Empresas como Levi’s han dirigido sus esfuerzos al ahorro de recursos naturales y han lanzado la línea de vaqueros Water Less (menos agua) en el que ha reducido drásticamente el agua empleada en el proceso de teñido de sus prendas.
Esta empresa también reconoce que más de la mitad del impacto medioambiental de los vaqueros se produce después de su compra, por lo que aconseja a sus clientes: «Lava en frío, lava menos y dona la ropa cuando te vayas a deshacer de ella».
La preocupación medioambiental ha calado hasta el sector del lujo; prueba de ello es la diseñadora Stella McCartney que se niega a utilizar pieles en cualquiera de sus diseños, por lo que fabrica los bolsos y zapatos de su firma con piel sintética en un intento por concienciar a sus clientes de que es posible conciliar moda y respeto por el medioambiente.
Asimismo, la creadora inglesa ha anunciado para esta temporada una colección de gafas de sol hecha con materiales naturales como ácido cítrico y semillas de ricino -aunque también incluyen un porcentaje acetato-, en tonos marrones, verdes, grises y bayas, que evocan los colores de la naturaleza.
Hasta el mismísimo Manolo Blahnik se subió el año pasado al tren de lo «ecotrendy» junto a la diseñadora Marcia Patmos, quien firmó unos zapatos para su colección fabricados con materiales respetuosos con el medioambiente como la rafia, el corcho y la piel de un pez.
Al calor de este incremento de conciencia social han nacido proyectos de mediano tamaño que ven como la demanda de este sector crece de una manera lenta pero segura, es el caso de IOU Project (http://iouproject.com) una marca de moda sostenible que se siente orgullosa de crear piezas únicas de alta calidad, con especial cuidado del diseño.
Las prendas están hechas a partir de una tela típica de Madrás (India) que tejen artesanos locales, mientras que la confección se realiza en Europa.
Convencidos de que cada prenda tiene una historia, el equipo del proyecto ha creado una tienda virtual donde el comprador tiene acceso a todo el proceso de creación de su prenda: puede conocer a los artesanos que han hecho la tela o han manufacturado la pieza, mientras que un espacio en blanco espera la foto del futuro cliente para completar el proceso.
En este proyecto, que ha recibido numerosos reconocimientos internacionales, confluyen respeto por el medioambiente y los derechos de los trabajadores, transparencia, originalidad y diseño. Una potente combinación que se apoya en las redes sociales para difundir su iniciativa.
El concepto «moda sostenible» surge en consonancia con el nacimiento de un consumidor cada vez más preocupado por las condiciones en que se elaboran los productos que consume: valora positivamente que se respete el medioambiente, así como los derechos de las personas que los han manufacturado.
Pero Gema Gómez, fundadora de la plataforma Slow Fashion Spain -una entidad que promueve y forma especialistas en esta materia-, considera que la etiqueta verde se utiliza con facilidad y sin tener en cuenta todos los factores implicados.
¿Es verdaderamente sostenible una prenda hecha de algodón ecológico que crece en un país -mayoritariamente en Asia-, se manufactura en otro y finalmente viaja hasta los mercados de Estados Unidos y Europa en busca del consumidor final?.
«Antes de llegar a las tiendas la ropa ha dado tres veces la vuelta al mundo y eso no es sostenible», aduce esta experta en este ámbito, un sector en el que decidió especializarse después de trabajar como diseñadora en dos grandes marcas del mundo de la moda y darse cuenta de que «las cosas no se estaban haciendo bien».
La moda sostenible, asegura la diseñadora, pasa por un «decrecimiento» del consumo, ya que por muy ecológicas que sean las prendas, para hacer una sola camiseta se emplean 2.700 litros de agua, indica esta experta, cuya organización organizó recientemente en el Museo del Traje de Madrid una jornada que reunió a expertos y promotores de iniciativas de moda sostenible.
«En Estados Unidos se tiran 12,4 millones de toneladas de ropa que se ha usado una media de 6 veces, mientras que un porcentaje muchísimo más pequeño se dona», denuncia Gómez, quien no duda en sentenciar: «La prenda más ecológica es la que ya está hecha».
Fuente: vidayestilo.terra.com.mx
Publicada: 04 de mayo de 2012