Por Klaus Gérman Phinder, director general de ACCSE y Presidente de la revista Ganar-Ganar
Continuamente se revisan en el mundo las exigencias en políticas de responsabilidad social, la transparencia y fiabilidad de los reportes.
Surgen y se actualizan marcos de referencia internacional que repercuten a nivel local.
La trascendencia de la RSE va en aumento en México y en el mundo, así como la necesidad por parte de las empresas de medir el impacto real de sus políticas en esta materia. Por mucho tiempo la motivación principal que encontraban al publicar sus informes se relacionaba casi exclusivamente con estrategias de marketing y comunicación; pero un informe unilateral de la propia empresa carece del aval suficiente para que su target reconozca como ciertas las prácticas ahí expuestas, ni para aseverar que la información es fiel a la realidad.
Por ello ha cobrado tanta importancia el hecho de que sean terceros quienes certifiquen, reconozcan o premien bajo políticas o parámetros medibles, la RSE de las empresas. Año con año, la iniciativa privada busca acreditar, medir y dar a conocer sus esfuerzos en esta área por medio de mecanismos de índole nacional e internacional.
La vía más eficaz con que cuenta una empresa para medir sus alcances y efectividad en responsabilidad social es participar de las herramientas de reporte existentes y medirse con ellas. Por ejemplo, los informes de sustentabilidad bajo el GRI (Global Reporting Initiative) o las convocatorias de terceros que reconocen los esfuerzos de RSE.
En aras de la credibilidad ha cobrado tanta importancia el hecho de que sean terceros quienes certifiquen, reconozcan o premien la RSE de las empresas bajo parámetros medibles.
Lo que no se puede controlar
Señalamos algunas de las iniciativas más notables que miden y reconocen la RSE.
El Global Reporting Initiative se ha convertido en la guía más utilizada en el mundo para elaborar estos reportes; es una institución sin fines de lucro que produce guías para la preparación de informes de sostenibilidad, promueve su aceptación alrededor del mundo y verifica que los informes que así lo solicitan, cumplan con las guías. Se creó en 1997 con la colaboración del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización Ceres (Coalition for Enviromentally Responsible Economies).
Desde 2002 es un organismo independiente que promueve un marco estándar voluntario para la presentación de reportes de sostenibilidad, con el fin de hacer transparente, comprensible y fiable esta información y desligarla de intereses de promoción publicitaria.
En el ámbito nacional, el Encuentro Latinoamericano de Empresas Socialmente Responsables otorga el distintivo Empresa Socialmente Responsable, que en 2012 recibieron 688 empresas mexicanas junto con otras 31 de diferentes países. La cifra contrasta con la de 2001, en la primera edición de la presea, cuando sólo 17 compañías recibieron el distintivo.
Adherirse a este tipo de encuentros y participar de los reconocimientos representa grandes ventajas; la principal, se dijo, es medir la efectividad de las estrategias de RSE, pero también implica un acercamiento entre empresas que genera un espíritu de comunidad muy importante.
En paralelo, el Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi) reconoce cada año las Mejores Prácticas de Responsabilidad Social Empresarial, para alentar las acciones de empresas exitosas tanto en el aspecto del negocio como en su impacto positivo para la sociedad.
Pueden postular sus prácticas de RSE ante el Cemefi, empresas privadas y organismos públicos que operen en México con al menos con dos años de antigüedad, sin importar su tamaño o sector. Las prácticas deben ser originales y replicables, llevar un año de aplicación, reflejar su relación con principios o políticas de la empresa que busquen el beneficio integral de sus grupos de relación, responder a una necesidad del negocio o de la sociedad, y contar con mecanismos de evaluación o seguimiento.
Por su parte, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) entrega desde 2002 el Premio Ética y Valores en la Industria, que reconoce los esfuerzos de las empresas por implementar una cultura ejemplar en materia de RSE. Otorga este galardón la Fundación Mexicana para la Innovación y Transferencia de la Tecnología en la Pequeña y Mediana Empresa (Funtec).
En 2004 se creó el Premio Ganar-Ganar cuya finalidad es reconocer los mejores contenidos en torno a la RSE, publicados previamente en la revista Ganar-Ganar. Los suscriptores votan para elegir a los ganadores, lo que permite desarrollar una comunidad entre lectores, empresas, investigadores y colaboradores.
Es el primer reconocimiento en su ramo en México y consta de ocho categorías:
«Mejor caso de Responsabilidad Social», «Mejor Artículo», «Mejor Investigación», «Mejor Evento de Responsabilidad Social», «Mejor Reporte Social o de Sustentabilidad», «Mejor Entrevista», «Mejor Publicidad con Responsabilidad Social», «Mejor Caso de Responsabilidad Social Universitaria».
Año con año, la iniciativa privada busca acreditar, medir y dar a conocer sus esfuerzos en esta área por medio de mecanismos de índole nacional e internacional.
El Congreso Internacional de Responsabilidad Social Corporativa presenta cada año conferencistas de distintos sectores de primer nivel, en junio de 2012 tendrá lugar su séptima edición en México.
La Comisión de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (Cespedes), es un organismo que forma parte del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y representa al Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sustentable (WBCSD, por sus siglas en inglés).
Cespedes establece e instrumenta las estrategias que conducen al sector empresarial mexicano hacia el desarrollo sustentable y lo conforman empresas comprometidas con el concepto.
Bajo la premisa de que lo que no se mide tampoco se puede controlar, en octubre de 2006 la Cespedes formó el programa nacional permanente y voluntario denominado GEI México, que contabiliza y reporta la emisión de gases de efecto invernadero.
Medio ambiente y valores éticos
La RSE es un tema global de alcances cada vez más amplios, cuyos modelos de aplicación se han institucionalizado mediante organismos como el Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas, el GRI y el Instituto Ethos, por citar algunos.
En paralelo, se han creado documentos de carácter mundial, como el Libro Verde y el Libro Blanco, además de las guías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la reciente ISO 26000. Y se suman las diferentes iniciativas regionales y locales de sectores privado, público y de la sociedad civil.
En 1996 se constituyó un comité técnico para desarrollar la serie de estándares ambientales que hoy se conocen como ISO 14000, que revolucionó los campos empresarial, legal y técnico, modificando la manera en que gobiernos e industria deben enfocar y abordar los temas ambientales.
La ISO 14000 certifica el Sistema de Gestión Ambiental y confiere en paralelo el Sello Ambiental (sello verde) que permite a las empresas certificar sus productos. A diferencia de lo que sucedía cuando los estándares eran de cumplimiento voluntario, sin obligación legal ni métodos de evaluación en cuanto a niveles de emisión, ahora cualquier empresa que desee la sustentabilidad en todas sus esferas debe integrar esta variable ambiental en sus mecanismos de decisión.
Otra iniciativa internacional, originada en la Unión Europea, es el reglamento comunitario y voluntario EMAS (Eco-Management and Audit Scheme) para reconocer a las organizaciones que han implementado sistemas de gestión medioambiental, adquiriendo con ello compromisos de mejora continua que se verifican mediante auditorías externas.
El nivel más alto de transparencia se enmarca en los reportes de sostenibilidad que siguen las guías del Global Reporting Initiative (GRI) e incluyen la verificación externa por parte de auditores certificados u organizaciones de la sociedad civil a nivel local, con capacidad crítica y honestidad reconocida.
Los organismos reconocidos por el EMAS, ostentan su logotipo que garantiza la fiabilidad de la información que proveen, sean industrias, compañías medianas o pequeñas, asociaciones de servicios, administraciones u organizaciones internacionales –incluidos la Comisión Europea y el Parlamento Europeo.
Aunque no se trata de una Norma ISO, la Norma Internacional SA8000 (Responsabilidad Social 8000) es, en palabras de sus creadores, «una de las mejores certificaciones en el mundo para auditar las normas y estándares de cualquier lugar de trabajo decente, en cualquier sector industrial». «Establece los requisitos voluntarios a ser cumplidos por los empleadores en el lugar de trabajo, incluyendo los derechos de los trabajadores, las condiciones en el centro de trabajo
y los sistemas de gestión. Los elementos normativos de este modelo se basan en la legislación nacional, en los instrumentos internacionales de derechos humanos y los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para evaluar su cumplimiento en un centro de trabajo».
La Norma SA8000 fue lanzada en 1997 en Nueva York por la organización sin fines de lucro Social Accountability International (SAI). Fundada en los principios de transparencia, credibilidad y la verificación. Se dice que es el primer estándar global ético y apropiado para cualquier tipo de empresa, sin importar su país de origen y el ramo en que ésta desarrolle sus actividades.
Destaca también la WORLDCOB-CSR:2011.1, Corporate Social Responsability Certificate. Norma internacional desarrollada por la World Confederation of Businesses (WORLDCOB) que establece los requisitos para que esta organización reconozca a una empresa entre aquellas que practican una cultura de valores éticos, que mantienen una política de responsabilidad social sostenible, un sistema de gestión basado en la misma y que mantienen un proceso de mejoramiento continuo en las áreas que interesan a la norma.
De acuerdo con el ranking de la ONG AccountAbility, son siete las naciones líderes en cuanto a desarrollo de la RSE: Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, el Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda.
El nivel más alto de transparencia está enmarcado en los reportes de sostenibilidad que siguen las guías del Global Reporting Initiative (GRI) e incluyen la verificación externa por parte de auditores certificados u organizaciones de la sociedad civil a nivel local, con capacidad crítica y honestidad reconocida.
En conclusión, las empresas deben evitar rezagarse y adoptar cuanto antes mecanismos externos que les permitan rendir cuentas a sus públicos de interés de manera contundente y con el máximo nivel de credibilidad. En un medio cada vez más crítico y competitivo, sólo de esta forma podrán medir sus logros en el ámbito de la responsabilidad social.
El futuro en este sentido se presenta próspero, lo muestra la creciente cantidad de empresas que año tras año se suman a los esfuerzos colectivos y de mejora continua para brindar al público las mejores prácticas e información sobre la responsabilidad social.