Por Leopoldo Lara Puente
¿Cuál es el papel de las empresas y de las organizaciones sociales en las comunidades, hasta dónde debe recaer sólo en el gobierno el rescate y fortalecimiento de las ciudades y de sus habitantes?
Esa pregunta se hicieron las empresas de Nuevo León cuando conformaron SUMARSE, una Red de Empresas que se identifican por llevar a cabo acciones socialmente responsables.
Lo mismo hicieron en La Laguna a través de la RED ESR LAGUNA.
La respuesta, aunque no fue sencilla es contundente: a pesar de que el gobierno es el responsable de garantizar las condiciones mínimas de seguridad física y económica en las comunidades, si por alguna razón esa garantía no se concreta (como parece ser hoy en muchas), tampoco crecerán las empresas y peor aún, están destinadas a desaparecer llevándose consigo a la propia comunidad.
Entonces ¿qué hacer?
Hay muchas apreciaciones.
Hay quienes consideran que simplemente con brindar empleos la empresa justifica su acción social. Que todo lo demás -fomentar el deporte, la salud, mejores condiciones de vida para la comunidad y demás temas sociales- le corresponde impulsarlos y garantizarlos al gobierno; que para eso está el presupuesto público; que para eso fueron votados.
Y por supuesto que no están equivocados.
Sin embargo, si tomamos en cuenta que la empresa es una entidad económico-social, es decir, que se ha creado para generar riqueza y realización plena de sus accionistas y de sus trabajadores, pero que a la vez contribuye a generar riqueza y satisfactores a la comunidad en donde está asentada, la respuesta puede irse transformando.
Es cierto, debemos trabajar en lograr gobiernos más cercanos a los verdaderos intereses de la población; pero mientras eso se logra, existe una marcada diferencia entre los ingresos de las empresas y el nivel de vida de la comunidad.
Tan solo en nuestra frontera, la facilitación del comercio genera una derrama sin precedentes.
Hace unos días la ciudad de Laredo dio a conocer las cifras de intercambio comercial a través de Nuevo Laredo y Laredo en 2011: 206 mil millones de dólares en el año, es decir más de 500 millones de dólares diarios, que se lograron a través de mil 600 millones de cruces en el año, la cifra más alta desde el 2001, cuando la tragedia del 11 de septiembre desplomó los cruces.
Es decir, ya se recuperó el comercio y vamos por más, esa es la expectativa.
Sin embargo ayer mismo, se dio a conocer el despido de 600 obreros de dos maquiladoras de nuestra ciudad. Las demás noticias del lado mexicano ni las cuento, todos las conocemos.
Cierre de negocios, desolación, cero inversiones.
¿Qué está fallando? ¿Cómo es posible que aun cuando repunta nuestra actividad económica fundamental, nuestra comunidad no lo recibe?
La respuesta está en el destino de las utilidades. No existe un retorno social efectivo, no hay inversión social privada, por muchos motivos, todos justificables pero que al no ocurrir ponen en riesgo las propias operaciones de las empresas y sin duda, de la comunidad.
Es cierto, tenemos uno de los lugares más privilegiados del mundo para el comercio y la logística, tanto desde la perspectiva geográfica como de infraestructura -sin negar que aún falta mucha-, así como a personal muy calificado para realizarlo.
Sin embargo, no tenemos las condiciones para continuar capacitándolo por ejemplo en turnos nocturnos; nadie quiere invertir en más infraestructura, ni pública ni privada; y no es posible tener turnos vespertinos, mucho menos nocturnos para la revisión de la mercancía en el Puente del Comercio, sólo por decir algo.
Las empresas y las organizaciones de Monterrey y La Laguna se unieron entre sí con una finalidad clara: participar en sus comunidades para lograr hacerlas crecer y con ellas, crecer ellas también.
Este jueves y viernes, los integrantes de La Red2, un puñado de empresas y organizaciones socialmente responsables de nuestra región, tuvimos oportunidad de convivir con esas redes.
Por parte de ellos estuvieron el Grupo Peñoles, Lala, Tyson de México, Ibero Torreón y Cemex, grandes empresas y organizaciones con grandes proyectos sociales.
Nos contaron sus experiencias y abrieron sus puertas para continuar apoyándonos, incluso para integrarnos en una gran Red del Noreste.
Nosotros estuvimos abrevando de ellos, recibiendo información de sus actividades. Nos quedamos con el ánimo y con el desafío, con la conciencia de que vamos por buen camino, con la energía para continuar y con la certeza de que el único tiempo para participar es éste, porque quizá no haya otro momento más.
¿Le entramos?
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