Durante año y medio Álvaro y Hazael realizaron pruebas de laboratorio y diseños en computadora y papel para desarrollar la herramienta que les llevara a crear una sustancia que al momento de su manipulación y secado se convirtiera en plástico para elaborar, entre otras, bolsas biodegradables que redujeran los mil años de daño al medio ambiente que representan las resinas utilizadas en la elaboración de esos recipientes en México.
Por ese desarrollo tecnológico los ahora egresados del Centro de Biotecnología del ITESM, se hicieron acreedores al primer lugar, equivalente a 500 mil pesos, en el Premio de Innovación Empresarial que otorga Santander.
El Universal, Cultura, p. 2