Hace tiempo que las ciudades, incluso las mas bellas como Barcelona, donde he vivido en los últimos años, me parecen feas, grises, demasiado llenas de cemento, carentes de espacios naturales, con pocos arboles en sus aceras, por no mencionar lo horrible de los edificios que cada vez mas, parecen verdaderas colmenas para el enjambre de humanos que las habitan.
Realmente veo las ciudades como verdaderos zoológicos de humanos, y en gran medida estas enajenan y ocasionan conductas destructivas en sus habitantes, la solución es muy simple hay que volver verdes las ciudades, estudiar cuidadosamente las formas de construcción y habilitar espacios para las personas, donde puedan distenderse e interactuar entre si.
Hace poco estuve leyendo sobre Pam Warhust una inglesa que vive en un pueblo de 15000 habitantes, tuvo la idea de que la ciudad era un espacio cultivable y con ayuda de sus vecinos lo logro, el pequeño pueblo de Todmorden tiene huertos hasta en el cementerio, sus aceras con arboles frutales, huertos en las plazas, en los hospitales y hasta en la comisaria local, el pueblo cuenta con su propio banco de semillas y todos sus habitantes participan y cosechan los frutos, de este modelo que ademas genera turismo, esto debería ser replicable a muchas otras es cuestión de ponerse «manos a la huerta».
Supongo que algunos pondrán trabas al principio, que si «la seguridad alimentaría», que si los negocios locales y que se yo, cuantos «que si», pero si la gente se organiza es posible, Pam lo ha demostrado, no es una locura.
Plantemos las calles, los espacios públicos, plantemos mas y mas, en vez de poner un enredadera en casa, pon calabazas, pepinos o judías, en vez de un rosal un limonero, y luego disfrutemos de lo cosechado.
Hagamos ciudades integradas con la naturaleza donde la gente se pueda desarrollar en un entrono mas sano y natural, dejemos los zoológicos humanos, a la vista esta que no dan resultado, un chimpancé libre no violo, no mata, no se masturba, cuando se lo enjaula desarrolla este tipo de conductas, por que nosotros íbamos a ser distintos.
Fuente: Ecocosas
Por: Raúl Mannise