La última tendencia en la celebración de funerales es el cuidado de los materiales y los procesos para que éstos no contaminen el medio ambiente. Ataúdes de madera reciclada, urnas hechas con sal marina o tierra y hasta coches fúnebres eléctricos son algunos de los recursos empleados.
El concepto de muerte en las sociedades occidentales ha tenido tradicionalmente una connotación oscura o negra; sin embargo los cambios sociales han hecho que la conciencia ecológica llegue también a la industria funeraria, donde «pasar al otro lado» adquiere cada vez un color más verde.
Urnas de sal marina, de tierra, o féretros elaborados con almendras, cartón y resinas naturales, son algunas de las alternativas de entierro o incineración ecológica que se vienen adoptando desde hace cinco años, tiempo en el que la conciencia ambiental se ha introducido en el sector funerario.
De esta conciencia, nace el concepto de «Ecofuneral», etiqueta que se acuñó el año pasado para referirse a los entierros que pretenden reducir el impacto ambiental, según explica el director general del grupo funerario Mémora, Eduard Vidal.
Porque «morirse contamina», ha apuntado Vidal, y lo hace desde el propio cadáver, que desprende «lixiviados» o líquidos, hasta los métodos funerarios que se emplean, como la cremación, que lanza gases dañinos para la atmósfera.
Según datos de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF), las cremaciones superan a la inhumaciones y se estima que en España alrededor de un 32 % de fallecidos son reducidos a cenizas.
Para evitar esta emisión de gases, los féretros ecológicos están fabricados con madera reciclada, no llevan ningún tipo de herraje metálico y el barniz que cubre la madera es en base agua y no en base disolvente, que es lo que contamina al arder.
Además, una ley de 2002 obliga a la evaluación del impacto ambiental de los hornos crematorios, que cada vez son más sofisticados y disponen de filtros especiales que consiguen generar «una emisión limpia», sostiene Vidal.
Y a la hora de guardar las cenizas, otros artículos optan por «reconciliarse con la naturaleza», comenta la responsable comercial de la empresa fabricante de urnas biodegradables Limbo, Tania Inzunza, porque la urna hecha en base a sal marina está pensada para arrojarla al mar y la de tierra para enterrarla e introducir una semilla que dé lugar al crecimiento de un árbol.
La oferta verde también llega a la movilidad y muchas empresas funerarias como Mémora ya utilizan coches fúnebres eléctricos.
Cementerios más alegres
Otras novedades del sector funerario van encaminadas a dar a los cementerios un aspecto alegre, colorido y con jardines frente al tono oscuro y tétrico que siempre caracteriza estos lugares. «Ahora se tiende a crear espacios para pasear y rendir homenaje a los difuntos», ha apuntado Jesús Pozo, director de la revista Adiós, que edita Funespaña.
Es el caso del cementerio Sur de Madrid, donde se está llevando a cabo la construcción de un edificio crematorio y un espacio verde destinado a columbarios para crear un moderno «jardín del recuerdo».
En lo económico, un funeral respetuoso con el medio ambiente es «un pelín más caro que uno tradicional», apenas un 5 o 10 % más caro, ha apuntado Tania Inzunza. Sin embargo, lo económico no es un freno porque cada vez «hay más gente que demanda este tipo de funerales», según apunta el consejero de Funespaña, Alberto Ortiz.
Bien es cierto que «la tradición pesa» y el proceso de cambio de mentalidad es aún lento, sin embargo «la tendencia es cada vez más positiva», afirma Pozo.
Según fuentes del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2011 fallecieron en España 389.182 personas, lo que supone un incremento de 8.761 fallecidos con respecto al año 2010.
Los cambios sociales, como la dispersión geográfica de las familias, han influido en el modo de afrontar la vida. Ahora sabemos que hay otra forma de afrontar la muerte.
Fuente: mdzol.com