Una mujer viste a diario ropa elaborada con un gasto de agua de hasta 11.000 litros, 3.000 litros por debajo de los que suman las prendas que lleva un adolescente o un hombre adulto.
Estos datos se desprenden de un estudio desarrollado por el Observatorio del Agua de la Fundación Botín y el Instituto Tecnológico Textil (aitex), de Alicante, con la colaboración de una conocida distribuidora comercial y tres de sus principales proveedores de ropa.
Los fabricantes han compartido sus inventarios de procesos y consumos y los datos de vertido, además de sus respectivas técnicas específicas para reducir el consumo de agua azul, aquella que se toma de la red y se alimenta de ríos, lagos y acuíferos.
Medir la denominada «huella hídrica» de la producción de tejidos, para reducirla, es el objetivo del estudio, dado a conocer por la Fundación Botín con ocasión del Día Mundial del Agua, que se celebra mañana, 22 de marzo.
La reducción de agua en el sector textil, sostiene el documento, debe incidir en las etapas de tintura y acabado del tejido, donde se identifica un mayor consumo, además de en la elección del material de confección.
Para el trabajo se escogió como materia prima el algodón producido en el valle del Guadalquivir, considerando las diferencias entre cosechas, comarcas y métodos de riego; así como el Lyocell, material fabricado con pasta de celulosa, y la presencia de fibras artificiales como poliamida y poliéster en las prendas de vestir.
Un pantalón «tipo» de algodón requiere 3.117 litros de agua, mientras que para fabricar uno con Lyocell solo se emplearán 688.
«La fase de obtención de la fibra supone entre un 94,2 y un 99,5% de la huella hídrica final, por lo que la variabilidad en el resultado final introducida por el origen de la fibra es mayor que la variabilidad en la huella del proceso industrial».
Son los procesos de obtención de la materia prima y el agua «virtual» que aportan, por el riego necesario o si la fuente es la lluvia, lo que determina la carga de agua de la materia prima, ha precisado a EFEverde Alberto Garrido, subdirector del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.
Así, se puede determinar que los tejidos provenientes de algodón presentan una mayor huella hídrica azul y gris, color que recibe el agua residual, frente a los tejidos que emplean la fibra natural Lyocell, fabricada a partir de celulosa, de una elevada huella hídrica verde, cuya fuente es la precipitación.
Para obtener algodón, ha agregado Garrido, se riega mucho, y la celulosa del Lyocell se obtiene de los bosques europeos y crece con el agua de lluvia, ha apuntado el experto.
Según la información, la inclusión de un 30 % de fibra artificial (poliamida o poliéster) disminuye en un 44 %, 43 % y 32 %, respectivamente las huellas verde, azul y gris.
El Observatorio del Agua recuerda que la huella hídrica es un indicador que evalúa los consumos directos e indirectos de agua de un producto y su impacto en la calidad del agua.
La que se denomina «verde» refleja los consumos asociados a la humedad del suelo y las precipitaciones, la «azul» evalúa el consumo tomado de ríos, lagos y acuíferos y la «gris» mide el impacto sobre la calidad del agua, comparando la carga contaminante con los estándares ambientales respectivos.
Como ejemplos de estudio del trabajo expuesto, el Observatorio del Agua y sus socios determinaron que unos zapatos de piel cargan con una huella hídrica de 4.400 litros, un traje de chaqueta de caballero de mezcla de fibra soporta 5.500 litros y la ropa interior y calcetines de jóvenes y varones, 1.000 litros.
La ropa interior y medias de una mujer, si se recurre a elaboración sintética, requieren de 0,4 litros de agua.
Como referencia, la Fundación indica que mil litros de agua son los que caben en una bañera doméstica de un metro cúbico.
Fuente: EFE VErde