Así lo demuestran, desde 2010, estudiantes de la telesecundaria de la comunidad de Tenexatlajco, en Chilapa, Guerrero, quienes establecieron una tolerancia cero a esos productos.
Sin invertir un peso extra y sólo con orientación y un poco de ayuda de organizaciones no gubernamentales, los adolescentes lograron mejorar su nutrición antes de que llegara la Cruzada Nacional contra el Hambre.
«Esto se logró de una manera muy sencilla. El dinero que gastaban en la escuela en comida chatarra, que era de 10 a 15 pesos diarios, se empezó a colocar en una olla. Con lo que se juntaba se preparaba alimento bien balanceado y con productos locales», indicó Catarina Illsley, miembro del Grupo de Estudios Alimentarios (GEA), el cual forma parte de la Alianza por la Salud Alimentaria.
La iniciativa fue impulsada desde 2008 por el director del plantel, Óscar Salmerón, quien dos años después solicitó apoyo a las ONG para que instruyeran a los alumnos sobre el buen comer y los alimentos de la región que podían aprovechar.
«Ocupamos arroz, quelites, cilantro, rábanos, calabazas, colorín y cacayas (flor de maguey). Hacemos cacayas con huevo o con frijoles. El colorín también se acompaña de frijoles», dijo Salmerón, quien estudia su doctorado en el Colegio de Guerrero.
De hecho, el trabajo de la denominada «Olla Escolar» está inspirado en su proyecto de tesis.
El maestro refiere que también evitan los refrescos, al consumir el agua que obtienen del río o que almacenan de la lluvia.
Luego de que los alumnos de entre 12 y 16 años de edad recibieran talleres, se entusiasmaron por poner su huerto y cultivar parte de los alimentos con que hacen su comida.
Actualmente, GEA ofrece talleres en 25 escuelas de Chilapa y Ahuacuotzingo, y la idea es que la «Olla Escolar» se reproduzca en otras instituciones.
Los cambios que los maestros detectan tras la aplicación del programa es que los niños están más despiertos y ponen más atención, aseguró IIIsley.
Además, los adolescentes ahorraron.
«Con el remanente de más de 5 pesos por persona se construyeron dos aulas y pagaron el traslado para participar en un torneo de basquetbol», comentó la activista.
La obesidad y la hipertensión llevaron a Salmerón a decidirse por cambiar no sólo sus hábitos alimenticios, sino también los de sus alumnos.
Así fue como surgió el proyecto «Olla Escolar» en 2008.
Los adolescentes recibieron talleres nutricionales por parte de Xaviera Cabada, coordinadora de Salud Alimentaria en el Poder del Consumidor, quien les habló del plato del buen comer y sobre cómo hacer combinaciones y cumplir con los requerimientos de los diferentes grupos de alimentos con los productos de la región.
Además las ONG les instalaron una estufa lorena de leña y filtros de agua.
«Estamos trabajando con agua de lluvia. Se le hizo un análisis a esa agua que se captó de lluvia y resultó que es agua pura. Ocupamos agua de lluvia. La almacenamos, la desinfectamos y pasamos por los filtros cada vez que preparamos agua de frutas. Le agregamos diferentes: guayaba, naranja, mandarina o melón», contó Salmerón.
Traer el agua del río implica más trabajo, pero también se hace.
Illsley señala que ahora los alumnos de entre 12 y 16 años se entusiasmaron y pusieron su huerto y empezaron a cultivar parte de los alimentos con los que hacen su comida.
Ante este ejemplo, considera que en lugar de implementar un programa asistencialista y clientelar como la Cruzada Nacional contra el Hambre, el Gobierno debería de emprender una política de producción y revalorización de los alimentos de las diferentes regiones del País.
«Se habla de llevar alimentos a las comunidades que están en situación de alta y muy alta marginación, como si la gente que vive ahí no tuviera acceso a alimentos. Se considera a los pobres como sujetos de caridad.
«Una verdadera cruzada contra el hambre debería enfocarse en incrementar la producción sustentable de los recursos que existen en las comunidades y el desarrollo de mercados para ellos», indicó.
Aseguró que en Mártir de Cuilapan y en Chilapa, en Guerrero, donde se implementó la Cruzada Nacional contra el Hambre, se han identificado 82 productos que forman parte del sistema alimentario tradicional.
Fuente: Reforma