Mauricio Rocha Iturbide concibió hace 10 años un complejo arquitectónico que lo proyectó a nivel internacional: el Centro de Atención Compensatoria para Ciegos y Débiles Visuales, en Iztapalapa, cuyo diseño ponderó el tacto, oído y olfato.
Las características del plantel -que hacia 2001 fue materializado en un 95 por ciento para después ser abandonado – lo llevaron a merecer la Medalla de Plata en la Séptima Bienal de Arquitectura y a ser reconocido por revistas de renombre como Praxis, de EU, y la italiana Domus.
Incluso han recurrido a Rocha profesores y estudiantes de Berkeley y Yale para conocer el inmueble, pero su suspensión, durante el Gobierno de López Obrador, no lo permitió. nSe diseñó hasta el último tornillo; hasta diseñamos muebles específicos que apoyaban el concepto. Pero al final decidieron detenerlo, y estoy frustrado como mexicano porque esto es muestra de un problema que vivimos», lamenta Rocha.
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