Por Emilio Guerra Díaz
En este invierno se cumplirán ya dos años de la publicación en el Stanford Social Innovation Review del artículo “Impacto Colectivo” de John Kania y Mark Kramer, cuya aportación al trabajo intersectorial para abordar problemáticas complejas resulta muy útil y un campo fértil para el apoyo de fundaciones empresariales.
De entre las maneras de relacionarse con otros sectores y actores para atender problemas sociales, las fundaciones empresariales pueden colaborar en alianzas intersectoriales, apoyar redes de impacto focalizado y redes de impacto colectivo. Aunque también existen otras posibilidades menos utilizadas por ellas como son las coaliciones, los movimientos, los pactos, las ligas y los observatorios, por señalar algunos más.
Algunas de las características del trabajo en alianza es que una fundación empresarial puede sentarse a discernir con una dependencia de gobierno y una organización de la sociedad civil las causas de un determinado problema u objetivo específico que se desea alcanzar. Cada una de las partes asistirá con la idea de resolver y contribuir de acuerdo a sus intereses. Persisten en ellas criterios de eficiencia y eficacia.
Por ello a través de la alianza se establecen acuerdos ganar-ganar. Desde luego hay aprendizajes compartidos y muestran su efectividad para propósitos concretos. Si abriese que darle una figura para explicar a las alianzas se tendría a tres engranes. Pero hay cierto tipo de condicionantes (no formales) que determinan el éxito de una alianza, por ejemplo, supone un expertis y una madurez institucional de cada participante y un co-financiamiento.
Dentro del esquema de la participación en redes de impacto focalizado, se espera de una fundación empresarial que pueda participar financieramente para apoyar diversos proyectos y compartir los recursos de la empresa con la comunidad. Kania y Kramer distinguen dentro de este tipo de redes (focalizadas) tres modelos: financiadoras (RedEAmérica), de interés común (multisectoriales, como Red para Prevenir la Discapacidad) y redes del sector social (Red Todos los Derechos para Todos y Todas). Este tipo de redes pueden ser públicas o privadas.
En estas redes desde luego que se potencian los recursos; su temporalidad está determinada en función de alcanzar ciertos objetivos pero también en mantener y monitorear avances. En ocasiones, algunas redes de este tipo, sobre todo las sociales detectan “un enemigo” al que hay que demandar el cumplimiento de una responsabilidad, compromiso, adecuación de un marco legal, etc. Por ello recurren al cabildeo y la demanda. A menudo los miembros de la red son semejantes, es decir, organizaciones que se encuentran trabajando en el mismo espectro social. En ocasiones la forma de trabajo parece estar focalizada a salvar una relación de ganar-perder. Pese a la afluencia de distintas organizaciones en la red su desarrollo institucional no necesariamente se vuelve homogéneo.
Las redes de impacto focalizado se diferencian, según Kramer y Kania, de las de impacto colectivo en que éstas últimas enfrentan problemáticas coyunturales, requieren conocimientos de la técnica jurídica para incidir en políticas públicas, sus resultados son aislados, concentrados en la problemática concreta a la que se abocó (lo cual no necesariamente contrarresta su importancia y aporte). Las redes de impacto focalizado trabajan en problemas cuya solución está más definida o advertida y por lo tanto enfrentan retos técnicos y de asimilación para llevar a la práctica las medidas de solución. A menudo los miembros también participan desde la perspectiva de sus intereses.
En cambio las redes de impacto colectivo atienden problemas más complejos, estructurales donde se presenta mayor complejidad para conocer las soluciones desde diversos enfoques. Por ello para su éxito, se demanda necesariamente la participación de diversos sectores como gobierno, empresas, fundaciones, universidades, organizaciones filantrópicas, otras organizaciones civiles, consultores e investigadores porque se requieren múltiples perspectivas. Aquí no se busca un ganar-ganar sino se busca trabajar por un bien superior. Para ello se requiere que cada actor aporte, pero que ceda en lo necesario para ese fin que escapa del interés particular de cada organización participante. Si tendríamos que dibujar una figura, la red se asemejaría a un árbol cuyo tronco proviene de diversas raíces que le aportan y nutren.
Quizá para explicar la relevancia de este tipo de redes en ocasiones hay que señalar lo que no son:
Las redes de impacto colectivo no vienen a sumar los esfuerzos aislados del sector filantrópico y pintan un universo como contribución de un sector poco organizado como es el filantrópico al interés público.
No se trata de un censo de aportaciones de organizaciones filantrópicas en lo individual y luego de un análisis establecer un discurso político global (en el buen sentido del concepto) para mostrar la valía de la acción ciudadana que a pesar de lo ríspido que en algunas ocasiones resulta el trabajo en red.
Las redes de impacto colectivo no son el resultado de una evolución de las redes de impacto focalizado. Ni son mejores ni peores, son distintas y ambos tipos de redes son necesarios para distintas problemáticas. Por ello preguntar si hay actividades de transición de un modelo a otro resulta ocioso.
Es harto difícil imaginar que una comunidad puede evaluar cuál fue el impacto colectivo de acciones filantrópicas por contribución de cada miembro de la red de impacto focalizado para hablar de un “impacto colectivo”, porque el impacto colectivo, como explican sus autores, se basa en la evaluación de los indicadores y del sistema de medición que los actores de la red construyeron a propósito de trabajar conjuntamente para enfrentar una problemática compleja.
Los retos de las fundaciones empresariales que deseen sumarse a este tipo de red pueden considerar:
Que es un esfuerzo de largo plazo, el financiamiento destinado por una fundación empresarial a una de estas redes se asemeja a cultivar vino. Para que empiece a dar resultados tendrán que pasar algunos años. Este sentido viene a contradecir el sentido de urgencia que deviene de la empresa, pasa por la fundación y apresura los proyectos. Aquí se debe comprender que el ritmo para solucionar complejos problemas sociales requiere que los actores construyan un agenda común, un reto enorme y luego los indicadores y el sistema de medición compartido.
Que la fundación empresarial es un actor más, trabajando en igualdad de condiciones que los otros miembros de la red de impacto colectivo pero su contribución también es de gran importancia.
Que son una excelente oportunidad de inversión social porque en el camino a la resolución de problemas estructurales se advierten diversos proyectos sociales de gran impacto y que por la lógica del trabajo, encontrará el co-financiamiento refrendando la utilidad pública de una organización como es una fundación empresarial.
Desde el Consejo Directivo
Al presidente del Consejo Directivo le dio mucho gusto oír las declaraciones del Coordinador de Diputados de PRI, Manlio Fabio Beltrones, quién en su lado ciudadano creara la Fundación Beatriz Beltrones desde hace poco más de 8 años. A propósito de organizar una carrera contra el cáncer en su natal estado, Beltrones dijo: “la Fundación Beatriz Beltrones, de prevención temprana de cáncer, ha hecho muchos más estudios que los organismos públicos…” (noticieros Televisa) el regocijo radica en el hecho de que esas mismas palabras pueden ser llevadas al Congreso de la Unión para que los miembros del poder legislativo comprendan y apoyen el desarrollo del sector filantrópico tanto con marcos jurídicos adecuados, modernos y efectivos, como también de recursos económicos pues las actividades que realizan son de interés público. En efecto, muchos servicios complementarios son otorgados por miles de organizaciones que trabajan sin fines de lucro y los recursos públicos no alcanzan o bien no llegan a los destinatarios finales por diversas causas. Bien, sí así es, y no lo dudó el presidente del Directorio, entonces se tiene un legislador aliado y nada más faltarán 499 para que legislen y sean promotores de la filantropía organizada en México.
La consejera responsable de comunicación comentó con el Consejo Directivo que han recibido una invitación para participar en la Subasta “Arte para Educarte, que se llevará a cabo el 11 de noviembre, a las 20:00 horas en el Salón Baalbek, del Centro Libanés de Barranca del Muerto, ubicado en Hermes 67, Col. Crédito Construcción. El propósito es procurar fondos para apoyar programas educativos para la prevención de la callejerización de niños que viven en situación de riesgo. Los consejeros animaron a participar en este noble fin.
La consejera de desarrollo institucional comentó que también viene otro gran evento de relevancia para promover la participación ciudadana como es la IV Feria de Voluntariado que se llevará a cabo el 20 de noviembre en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional UPIICSA, ubicado en la calle Té 950, Col. Granjas México Iztacalco, México D.F. En el evento se podrá conocer a organizaciones que promueven el voluntariado.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
Gracias Emilio. Como siempre, tus reflexiones me ayudan a ampliar el panorama que rodea la organización que dirijo.
¡Un abrazo!
Me gustaría conocer mas sobre COMO FUNCIONAN LAS FUNDACIONES EMPRESARIALES Y LAS REDES COLABORATIVAS.
GRACIAS.