Falta casi nada para que comience la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague, el evento ambiental más esperado del año, donde se espera que los líderes del mundo lleguen a un nuevo acuerdo climático que reemplace al Protocolo de Kioto.
Mientras se acerca la fecha, las posiciones de los países que participarán de la reunión se van definiendo, y también van apareciendo más conflictos de intereses. El problema que se vislumbraba hace algunos meses sigue siendo la principal traba para un acuerdo, y Estados Unidos y China ya han reconocido en público que no habrá un trato vinculante para este año.
Pero al margen de esas premisas, han surgido algunos puntos para destacar.
Si bien Estados Unidos y China, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, ya han declarado que no esperan firmar un acuerdo vinculante en Copenhague, ambos anunciaron que participarán de la COP15 y presentaron objetivos de reducción de emisiones.
Estados Unidos indicó que asumirá una reducción del 17% de emisiones de carbono para 2020, una reducción del 30% para 2025, un 42% para 2030 y un 83% para 2050 (El País). Estas metas fueron criticadas porque las reducciones son con respecto a los niveles de 2005, que no es el año de mayores emisiones de EEUU, pero significan un gran avance en la posición histórica del país.
A su vez, China declaró que asumirá el compromiso de recortar entre 40 y 45% la cantidad de dióxido de carbono producido por cada yuan de ingreso nacional en el 2020 respecto a los niveles de 2005 (Reuters). Estos objetivos están más atados a la conversión tecnológica del país que a esfuerzos de mitigación o reducción de gases.
Finalmente, esta semana el grupo llamado BASIC de países emergentes (Brasil, Sudáfrica, India y China) se reunieron en Pekín y acordaron que no aceptarán un acuerdo vinculante ni objetivos de corte de emisiones impuestas.
Sin embargo, hay que recordar que Brasil había anunciado metas voluntarias de reducción de gases de un 36 a 38% para 2020, con respecto a los niveles a los que llegaría si no realizara ninguna acción. Es decir, una disminución proyectada y no sobre niveles actuales.
Con todo esto, ¿qué puede esperarse de Copenhague? Un acuerdo político que siente las bases para que en la COP16 que se llevará a cabo en México en 2010 se pueda llegar a un acuerdo más acabado.