«Acabar con el hambre en el mundo no es una utopía, depende de la voluntad política», aseguró ayer el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf.
Los países desarrollados gastan en la actualidad billones de dólares para hacer frente a la crisis económica, por lo que, dijo, piensa «que van a dar los recursos necesarios para ayudar a los 1.000 millones de hambrientos que hay en el mundo», afirmó en una entrevista con Efe Diouf (Senegal, 1938).
El fantasma de la reciente crisis alimentaria, que ocasionó graves disturbios sociales y políticos en 22 países del Tercer Mundo, es algo que los líderes mundiales no olvidan.
En su primer discurso como presidente de Estados Unidos, Barack Obama anunció su compromiso con los pueblos de los países pobres «para dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar a las mentes hambrientas».
Por eso, Diouf aprovechó la felicitación que le envió para pedirle su apoyo a una Cumbre Mundial sobre la Alimentación en la que los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se comprometan a erradicar el hambre por completo.
«La falta de alimentos representa una amenaza para la paz y la seguridad en el mundo», advirtió el director de la FAO, quien comparó la exigua ayuda al desarrollo con el gasto mundial en armamento, que anualmente supera los 1,2 billones de dólares.
La FAO, que Jacques Diouf dirige desde 1994, trata de evitar que a causa de la debacle financiera el mundo se olvide de una crisis alimentaria que provocó que en 2007 hubiera 75 millones más de hambrientos y en 2008, 40 millones.
De momento ya ha conseguido que la Cumbre Mundial sobre la Alimentación -que se celebrará en noviembre en Roma- cuente con el apoyo de los jefes de Estado y de Gobierno de los países árabes y de los países africanos, además del mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.
«El encuentro debería sentar las bases para un nuevo sistema de comercio agrícola que ofrezca la oportunidad de ganarse la vida decentemente tanto a los campesinos de los países desarrollados como de los países en desarrollo», subrayó Diouf.
La inseguridad alimentaria y los altos precios de los alimentos suponen una amenaza para la prosperidad y la seguridad en muchos países, lo que haría peligrar el Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir el hambre y la pobreza a la mitad para el año 2015.
Pero Jacques Diouf considera que esta meta es insuficiente.
Por eso quiere «que la Cumbre de Roma sea diferente a todo lo que se ha hecho hasta ahora» y que por primera vez la Humanidad se plantee que es posible acabar con el hambre en el mundo de una vez por todas.
«Vamos a tener casi 1.000 millones de hambrientos y la crisis puede empeorar la situación. Además, tenemos el desafío de doblar la producción de alimentos para el año 2050, cuando la población mundial sea de 9.000 millones de personas», advirtió el responsable de la FAO.
«Erradicar el hambre en el mundo no es utopía», insistió Diouf, quien citó como ejemplo el compromiso adoptado en la última Cumbre Iberoamericana -respaldado luego por los países caribeños- de garantizar que para 2025 no haya hambre en la región.
«Yo quisiera tener este objetivo a nivel mundial», señaló Jacques Diouf, quien considera esencial mejorar la eficiencia de las políticas gubernamentales y la coordinación con los organismos internacionales para garantizar la seguridad alimentaria.
De la cumbre también debería surgir un modelo que ponga fin a la actual oposición entre los agricultores de los países pobres y los productores de los países desarrollados, que reciben anualmente 370.000 millones de dólares, precisó.
Con un diez por ciento de esos recursos se podrían realizar las inversiones necesarias para frenar las consecuencias del cambio climático en el desarrollo del sector agropecuario, especialmente la escasez de agua.
Pero «para revertir la situación, lo primero que hay que hacer es respetar los compromisos», señaló el director general de la FAO al recordar que sólo han llegado 2.000 millones de dólares de los 22.000 millones que los países desarrollados se han comprometido a dar para apoyar la agricultura en los países pobres.
«Los recursos que pedimos no tienen que pasar necesariamente a través de la FAO, estos fondos deben seguir los canales de ayuda bilateral y multilateral establecidos. Lo importante es que lleguen a los que los necesitan», enfatizó Diouf.
El director general de la FAO viajó esta semana a Chile para entregarle la Medalla Ceres a la presidenta del país, Michelle Bachelet, por su apoyo al fomento de la agricultura y la promoción de la seguridad alimentaria.
País: Chile