El cambio climático tiene un efecto devastador en la seguridad alimentaria mundial. Claro ejemplo es el reciente periodo de sequías y altas temperaturas que afectaron la producción de granos y alimentos durante este año en prácticamente todo el hemisferio norte.
Más allá, si consideramos el impacto económico y social de la inestabilidad climática mundial, podemos afirmar que la adaptación productiva al irrefutable cambio climático debe de ser uno de los pilares principales para perseguir la seguridad alimentaria mundial.
En el marco de la 18 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU (COP18), se presentó el documento “Adaptación en acción: experiencias de FAO en la adaptación climática”, el cual presenta un marco comprensivo para promover la conciliación de la actividad agrícola a un volátil entorno climático, a través de cinco bases principales.
En primer lugar, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) destaca la necesidad de contar con sistemas de información focalizados, capaces de generar conocimiento sobre los posibles impactos y vulnerabilidades de las numerosas zonas productoras a nivel mundial. Esto permitirá crear estrategias adaptables y proactivas para minimizar el impacto climático en proyectos productivos.
Considerando la gran incertidumbre de las condiciones climáticas globales, estas estrategias deberán ser promovidas por las instituciones, organizaciones y gobiernos a través de un enfoque flexible que permita la canalización de recursos y servicios financieros y tecnológicos de una manera oportuna y efectiva. Los esquemas tradicionales deberán ser modificados con base en las heterogéneas características de las zonas productoras.
Las intervenciones hacia el sector agrícola mundial deberán ir encaminadas al desarrollo de tecnologías productivas sustentables, en términos de tierra, agua y biodiversidad.
El mayor impacto en la mitigación agrícola del cambio climático se puede observar a nivel de parcela, donde el cambio de paradigma toma lugar. Así, es fundamental promover tecnologías de producción con un enfoque económico, social, y productivamente sustentables: tal es el caso de la agricultura de conservación, modelo productivo con bajo impacto ambiental y alto impacto productivo.
Además de todo esto, las iniciativas de adaptación climática deben ir acompañadas de esfuerzos en otras áreas fundamentales para la sostenibilidad: integración a cadenas de valor, diversificación del ingreso rural y energía rural. Finalmente, y ante lo incierto y volátil del entorno climático, es menester contar con esquemas de atención a emergencias y desastres, que deberán ser conducidas, primero, a la atención de las necesidades más básicas de las personas afectadas, pero más aún, en transformar los esquemas productivos tradicionales en esas zonas productoras. La adaptación productiva es sin duda uno de los grandes retos de nuestro tiempo.
Fuente: El Economista