SeaWorld reconoció que envió a uno de sus empleados para infiltrarse en un grupo por los derechos de los animales que se opone a las prácticas del parque temático.
La admisión ocurre meses después de que PETA acusó a un empleado de SeaWorld de intentar incitar a la violencia mientras se hacía pasar por uno de los activistas en pro de los derechos animales.
El director general de SeaWorld Entertainment, Joel Manby, prometió poner fin a esas prácticas, pero señaló que había enviado a sus empleados para proteger la seguridad de sus trabajadores y clientes.
«Reconocemos la necesidad de garantizar que toda nuestra seguridad y otras actividades vayan de acuerdo a nuestros valores y estándares éticos», comentó Manby.
Sin embargo, la empresa se rehusó a revelar quién autorizó la infiltración, cuánto tiempo duró, o cuántos trabajadores se utilizaron para infiltrarse entre los activistas y otros rivales.
La portavoz de SeaWorld, Aimee Jeansonne Becka, citó la naturaleza confidencial de sus prácticas de seguridad para no revelar la información.
El empleado en medio de las acusaciones de PETA, Paul McComb, aún trabaja en SeaWorld pero en otro departamento, informó la compañía.
El verano pasado, PETA indicó que sus investigaciones revelaron que McComb, empleado en recursos humanos, intentó incitar a los manifestantes y realizó comentarios incendiarios en redes sociales mientras se hacía pasar como activista a favor de los derechos de los animales desde 2012.
PETA señaló que al rehusarse al despedir a McCombs demuestra que SeaWorld condona el espionaje corporativo.
El grupo ha sido especialmente crítico de las prácticas en SeaWorld desde que realizó el documental de 2013 «Blackfish» en el que se deja entrever que el tratamiento de las orcas en cautiverio provoca un comportamiento violento.
Fuente: Reforma