Con el desarrollo de la sociedad de consumo aumentan los índices de contaminación ambiental —el mexicano promedio genera un kilogramo de desechos por día, según el más reciente Censo de Población y Vivienda—, pues para que un solo producto llegue al mercado significa que antes se talaron infinidad de árboles, se extrajeron cientos de barriles de crudo, se quemaron grandes cantidades de hidrocarburos o se vertieron sustancias tóxicas a ríos y mares, entre muchas otras prácticas nocivas.
Una posible solución a este problema es generar tecnologías más eficientes, aunque se trata de un proceso lento y costoso; otra alternativa, más práctica e inmediata, es modificar hábitos de consumo, lo cual instrumentará la UNAM en sus instalaciones.
Para ello, la Universidad Nacional seguirá tres principios básicos a la hora de planear cómo adquirirá productos. Primero, consumirá un menor volumen de bienes; segundo, preferirá artículos cuyo ciclo de vida —es decir, producción, transporte y disposición final— tenga impactos menores, y tercero, optará por bienes que impliquen efectos sociales benéficos en la propia comunidad (esto es, artículos fabricados en México).
Promover un “consumo responsable” empieza por adoptar nuevos hábitos y practicarlos. Por ello, se aplicarán estos nuevos criterios al hacer adquisiciones, especialmente en tres rubros.
Estos son: artículos, materiales y útiles diversos, como los que se necesitan en las oficinas, para labores de limpieza y en servicios de alimentación; en materiales de mantenimiento para edificios e instalaciones, principalmente lámparas fluorescentes, ahorradoras de energía, y en equipo de transporte. Los que se adquieran deberán estar clasificados en categorías de la A a la H, de la tabla de ecovehículos, indicadores de eficiencia energética y emisiones vehiculares, del Instituto Nacional de Ecología.
Asimismo, al comprar papel bond, fólderes, sobres y carpetas, la UNAM observará que las fibras del papel sean recicladas, naturales no derivadas de madera, provenientes de bosques o plantaciones manejadas de forma sustentable o, en su defecto, una mezcla de éstas. Además, se cuidará que estén libres de cloro y laminados plásticos.
Sólo con la sustitución de, al menos, 50 por ciento del papel bond que se consume en Ciudad Universitaria por hojas 100 por ciento recicladas, se dejarán de derribar aproximadamente 10 mil árboles al año y se ahorrarán cuatro mil 102 metros cúbicos de agua.
Respecto a detergentes líquidos para la limpieza de pisos, oficinas, baños, ventanas, exteriores y muebles en general, se optará por aquellos productos elaborados con base de agua, en lugar de aceite, y por los que sean biodegradables, libres de fosfatos y no corrosivos.
En la UNAM se cambiarán todas las bombillas incandescentes por fluorescentes y se instalarán balastros más eficientes.
Con la sustitución de al menos el 50 por ciento de las lámparas fluorescentes T12 que adquiere actualmente la universidad, por lámparas más eficientes, se ahorrarán 200 MW-h cada año.
Fuente: Campusmilenio.com.mx
Publicada: 25 de agosto de 2011.