Ciudades como Shangai, Denver, Chicago, y hasta la Ciudad de México, buscan terminales de mayor capacidad y amigables con la naturaleza.
El aeropuerto del futuro será menos parecido a una enorme estación de autobuses y más parecido a un amplio parque sustentable.
El número de pasajeros y aviones se duplicará para 2033, según Jack Plunkett, director ejecutivo de Plunkett Research, una firma especializada en la industria de viajes. Para adaptarse a un mayor número de personas, los aeropuertos están cambiando y unos cuantos le están dando prioridad a la sustentabilidad como parte del proceso.
«Se podría resumir el futuro de los aeropuertos en una sencilla frase: mucho más grandes y mucho más eficientes», dijo Plunkett.
Ahora mismo, se está construyendo un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México, el cual según lo programado, se completará en 2020 y mejorará los viajes para los pasajeros y el ambiente.
Se espera que el aeropuerto atienda a 50 millones de personas al año, con un diseño que gira en torno a la eficiencia energética. Las puertas se ubicarán a una corta distancia, y el techo está siendo construido para incorporar la tecnología solar. También habrá una planta de energía en el sitio que captará, procesará y reciclará el agua de lluvia.
Otras regiones del mundo también se están sumando al juego de la sustentabilidad, y están adaptando los viajes al siglo XXI.
«Los chinos han estado en una posición muy adelantada», dijo Plunkett. «Con los Juegos Olímpicos de Beijing y luego la Exposición Mundial de Shanghai, radicalmente establecieron los estándares para el desarrollo de aeropuertos».
Se refirió al tren «maglev» de Shanghai, el cual utiliza tecnología de levitación magnética para trasladar a los pasajeros desde las afueras de la ciudad hasta el aeropuerto a una velocidad de unos 400 kilómetros por hora.
Foster + Partners, la firma de diseño que está detrás del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, contribuyó en la construcción de la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional de Beijing. El diseño con forma de dragón se centró en la eficiencia, la sustentabilidad y la luz natural.
Los tragaluces se construyeron en techos elevados para maximizar el sol de la mañana, las conexiones entre terminales duran dos minutos en un tren que viaja a 129 kilómetros por hora, y el sistema de calefacción y aire acondicionado se construyó para minimizar el consumo de energía.
También está la Terminal 2 de Londres, el cual es el primer aeropuerto del mundo que cuenta con un certificado BREEAM (el equivalente del Reino Unido a una certificación LEED). Recibió la distinción por su diseño y operación sustentable, lo cual incluye una reducción de emisiones de CO2, eficiencia en el uso del agua y un sistema de control de iluminación para reducir el consumo de energía.
La terminal tiene como objetivo reciclar o convertir en abono el 70% de sus desechos para 2020.
Algunos aeropuertos en Estados Unidos también están manteniendo un enfoque en la sustentabilidad.
El Departamento de Aviación de Chicago, por ejemplo, se encuentra en su segunda temporada de emplear a un rebaño de cabras, ovejas, llamas y burros para que pasten en las casi 3,300 hectáreas de la propiedad en el Aeropuerto Internacional O’Hare. Visto como una alternativa a los herbicidas tóxicos, el rebaño es parte de la iniciativa de gestión de la vegetación sustentable del aeropuerto.
Y el Aeropuerto Internacional de Denver acaba de añadir otra serie de paneles solares (como un enorme panel solar), la cual se dice que va a compensar las emisiones de gases de efecto invernadero cada año y puede generar electricidad suficiente para abastecer unos 500 hogares.
El aeropuerto también está pensando a pequeña escala, e instaló estaciones para llenar botellas de agua, a fin de que los pasajeros puedan hidratarse sin generar desechos.
En ese primer año, las estaciones llenaron el equivalente a 600,000 botellas de plástico de medio litro, lo cual ayudó a reducir los desechos para el futuro.
Fuente: CNN