Natalia Viana, directora y periodista de Agencia Pública, el principal centro de investigación periodística independiente de Brasil, analizó con AméricaEconomía.com las razones detrás del movimiento de los “indignados”, que mantiene perplejo a la clase política y los medios de comunicación brasileños.
Quieren hacerse escuchar. Quieren que las injusticias que ellos perciben en su país se reviertan. Quieren llamar la atención. Quizás no pensaron que lo lograrían, y con creces, hasta el punto de que la región ha puesto los ojos en ellos. Hasta lograr que sus manifestaciones se convirtieran en las más grandes que se han visto en los últimos 20 años en Brasil.
Son brasileños. Y desde la semana pasada miles de ellos han salido a las calles para protestar por el alza del transporte público y los costos y repercusiones que ha traído para el país la Copa Confederaciones y el Mundial de Fútbol de 2014. Sin embargo, pareciera que bajo las demandas hay un zumbido que nadie aún ha podido dilucidar. Un código secreto que alguien y/o todos deberemos lograr ver.
Para entender mejor lo que está pasando en el país, Natalia Viana, directora y periodista de Agencia Pública, el principal centro de investigación periodística independiente de Brasil, le contó a AméricaEconomía.com, in situ, detalles de este movimiento que tiene perpleja a toda la nación y a América Latina, pero también expectante por lo que podría desencadenar.
-Se han deslizado los posibles motivos puntuales que desencadenaron estas protestas, pero a su juicio ¿hay motivos más de fondo para que estos indignados se movilizaran?
-Nadie tiene claros los motivos únicos de estas manifestaciones. La primera cosa es que el movimiento contra los pasajes de buses es antiguo en Brasil. Desde 2005 hay protestas de organizaciones en este sentido y han logrado, incluso, rebajar las tarifas en algunas partes de Brasil, pero además es un movimiento que gestiona la lógica de transporte en las ciudades. Hay estudiantes y otras personas que quiere transporte gratis, pero además de eso también gestionan la manera de concesión y la calidad, porque Brasil tiene una política malísima de transporte público en general y una política que privilegió a autos individuales a la libre circulación y movilidad en la ciudad y eso se repite en todas partes. Es un movimiento que apareció ahora, pero que existe desde hace un tiempo. Incluso, en el sur de Brasil ya hubo protestas muy fuertes hace dos o tres años.
Además de eso hay otras insatisfacciones generales, y una de ellas tiene que ver con todas las cosas vinculadas al Mundial. Este tema, obviamente, es muy fuerte en Brasil porque va a ser el próximo año y todos están mirando a la espera de eso, pero el Mundial se está haciendo, desde el comienzo de las negociaciones con la FIFA, muy lejos del pueblo, incluso con decenas de violaciones a los Derechos Humanos y también abusos financieros; temas de gastos impropios, de cambios profundos en las ciudades con poquísima participación popular. Entonces, hace, más o menos, más de un año que hay comités populares en todas las ciudades que van a recibir el Mundial, los que están presionando la manera cómo las cosas se están haciendo para el Mundial.
En algunas de las ciudades donde hay protestas ahora, como Minas Gerais, Brasilia, también Río de Janeiro, uno de los temas por ejemplo es el hecho que durante el Mundial y la Copa de Confederaciones está prohibido manifestarse y eso es violación a la constitución. Alrededor de los estadios hay dos kilómetros donde la FIFA tiene una zona de exclusión, eso significa que ahí no se pueden hacer protestas y eso es anticonstitucional. Ahí también no se puede vender ningún producto que no sea licenciado por la FIFA, entonces, muchos vendedores ambulantes que tradicionalmente trabajaban alrededor de los estadios están impedidos y excluidos de la fiesta.
-Habla de violaciones a los Derechos Humanos, ¿cuáles serían los principales ejemplos?
-El principal tema en los Derechos Humanos son las expulsiones y remociones, eso es fuertísimo. Son alrededor de 170 mil personas las que han estado en algún punto amenazadas de perder sus casas, porque están en los caminos de los proyectos que se están construyendo o alrededor de los estadios, carreteras, etc. Están cambiando la ciudad de una manera muy autoritaria, no hay consultas bien hechas, democráticas o engociaciones con todas las comunidades. Nosotros en Agencia Pública estamos cubriendo este tema desde hace mucho tiempo, 2011, tenemos historias que son gravísimas, como por ejemplo que quienes viven en una comunidad no son avisados de cuánto dinero van a recibir, cuál es la política que van a recibir y además hay negociaciones individuales, nunca con el grupo. Es una metodología de dividirlos. Además, la gente nunca ha sabido de un proceso transparente que diga la cronología que se va hacer.
-¿Qué pasa con los abusos económicos?
-Además, hay temas de gastos exorbitantes. Sobre abusos económicos está lo del Maracaná. En 1999, se debía hacer una reforma para el Mundial de Clubes del 2000, con los requisitos de la FIFA, por un total de US$50 millones. Todos son gastos públicos, de parte del gobierno. Otra reforma en el mismo Maracaná fue para los Juegos Panamericanos del 2007, entonces, la inversión del gobierno fue de US$150 millones. Uno de los temas para esta reforma de 2006 fue que la FIFA y el gobierno decían que el estadio estaría completo por si se jugaba el Mundial y Brasil sería la sede. Pero no bastaba. Ahora en 2010 vino otra reforma, la que está llegando a costo de cerca de US$500 milones (US$700 millones en las tres reformas). Entonces, hay un abuso económico tremendo. Al final de todas estas inversiones públicas el Macaraná va a ser concesionado a una iniciativa privada. Entonces, hay una inversión pública en los últimos 15 años de casi US$1 billón en el Maracaná solamente, que después va a ser de una concesión privada. Esta indignación está muy presente, porque además, el Maracaná y el fútbol para Brasil son temas muy importantes, la gente quiere ser parte, no quiere estar alejada y que las ganancias sean para poca gente.
Otro ejemplo de abuso económico es en Fortaleza, donde el gobierno tiene un proyecto de un acuario gigante que va a costar casi US$100 millones y cuyo costo es superior a todo lo que fue invertido en el año para combatir la sequía, que fue la mayor de las últimas décadas. Hay descontento por eso; no es el único tema, pero sí se está ampliando. Esto es muy importante porque la gente de afuera se pregunta “y bueno, a los brasileros le encanta el fútbol, ¿por qué están protestando por el Mundial?”.
-Si el movimiento del transporte lleva años y ustedes han investigado por las disconformidades en relación al Mundial y la Copa de Confederaciones, ¿por qué ahora la gente decidió salir a las calles?
-La misma pregunta de Turquía. Los movimientos ahora están así. Creo que puede tener un poco de inspiración de Turquía, pero no es que hubo un hecho específico.
-Entonces, ¿estás manifestaciones se veían venir o los tomaron por sorpresa?
-Nos tomaron a absolutamente a todos por sorpresa y estamos felices.
-¿Cómo surgió? ¿Por qué canal fue convocada la gente?
-El Movimiento Pase Libre, es un movimiento consolidado de estudiantes de muchas partes de Brasil. También hay algo de redes sociales, pero no es solamente eso. Hay también hay un componente interesante de Anonimus, que también empezaron a llamar a manifestaciones y la gente fue. Hubo un componente muy fuerte de internet, pero no tengo tantos elementos para explicar cómo fue.
-¿Se está perfilando algún nombre para que lidere estas manifestaciones?
-No, pero esas revueltas son de los últimos cuatro años. Creo que es lo mismo que pasó en Turquía con la Primavera Árabe: estas protestas no tienen un liderazgo. Para mí el tema muy crucial es el del derecho a la ciudad y a la democracia. El transporte es importante porque la gente está gestionando cómo se organiza; lo mismo con la Copa, la gente quiere tener derecho a decir qué quiere y qué no quiere en su ciudad y en sus casas también; no quiere más de esa lógica autoritaria para realizar la cosa pública. Para mí el tema en Brasil es que hay una crisis urbana profunda.
-¿Estas manifestaciones están siendo motivadas por la clase media o es un movimiento transversal?
-Sé que hay una indignación general y que el tema de las protestas en Sao Paulo, por ejemplo, creció mucho después de la violencia policial que hubo el último jueves. Entonces, hay gente de todo tipo. No sabría decirte con certeza… La violencia policial, que también es un tema brutal en Brasil, siempre ha ocurrido. Desde la dictadura que no se ha podido arreglar, y ha aumentado mucho. Ayer (lunes) habían como cien mil personas en las calles. Creo que se está ampliando el movimiento. En el caso de los comité populares del Mundial, de las diferentes ciudades, hay gente de todas las clases.
-Dilma Rousseff ha realizado un anuncio sobre el royalty minero. Ése, entre otros anuncios, ¿son parte de una estrategia para calmar los ánimos en el país?
-Por supuesto, éso es lo que hacen todos los gobiernos. Creo que a todos los gobiernos les gusta calmar los ánimos y la condena a la violencia policial es muy importante en esto. Además, creo que es una señal muy fuerte para las protestas y la democracia. Hay una negociación entre el gobierno y el pueblo, y es una sensación positiva, porque las protestas son válidas.
-¿Le cabe alguna responsabilidad al Partido de los Trabajadores en este movimiento?
-No, es el partido que está en gobierno. El Partido de los Trabajadores siempre ha tenido mucha relación con las bases; de seguro hay gente que pertenece al partido, pero no ha sido el motor.
-¿Se espera que estas manifestaciones consigan algunas de sus demandas?
-Creemos que sí puede ejercer una presión en el gobierno. El alcalde de Puerto Alegre, por ejemplo, ya hizo un anuncio: no va a presionar la conclusión de las obras del Mundial en su ciudad, porque la presión popular es más importante. Entonces, creo que va a forzar una negociación popular sobre cómo se harán las cosas, de forma más democrática.
-Si no existe un líder o alguien con quien negociar, ¿entonces estarán a la espera de que el gobierno presente un paquete de medidas?
-La gente en cada ciudad está pidiendo una cosa. No es algo tradicional, es un movimiento de red, no es como los otros. Por eso nadie puede decir qué va a pasar, porque es un movimiento en red. Habrá que ver qué pasará en las próximas semanas.
Fuente: América Economía