De acuerdo con la Relatora Especial designada por la ONU, llamada E. Tendayi Achiume, quien es especialista en las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia independiente, la Agenda 2030 falla en lucha contra discriminación.
En la presentación de su análisis, señaló que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se caracterizan por ser un compromiso superficial con la justicia racial y la igualdad, mismos que se encuentran en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo plan de acción se basa en tres ejes principales: personas, planeta y prosperidad.
La Agenda 2030 es una guía que permite a las empresas identificar su impacto social, económico y medioambiental; al tomar esto en cuenta, las compañías fortalecen su reputación y sus relaciones con sus distintos grupos de interés.
Sin embargo, de acuerdo con la especialista, pocas o ninguna de estas métricas refieren el desglose de datos por raza o etnia, y el desglose de estos datos podría ser fundamental para garantizar que las minorías no se queden atrás en la búsqueda del cumplimiento de los ODS.
Agenda 2030 falla en igualdad racial y no discriminación
Para E. Tendayi Achiume, la retórica de la Agenda 2030 no cumple en gran medida su promesa de «no dejar a nadie atrás» en lo que respecta a principios de igualdad racial y no discriminación.
Al presentar las conclusiones de su informe sobre la Agenda 2030, los ODS y la lucha contra la discriminación racial, Achiume reconoció que si bien su análisis abre la puerta a mejoras importantes en iniciativas de desarrollo anteriores para combatir la discriminación racial, aún se necesitan más compromisos para combatirlo de manera efectiva.
La falta de recopilación de datos desglosados y la escasez de voluntad política son algunas de las limitantes para el progreso hacia la justicia racial, en prácticamente todos los contextos nacionales e internacionales, indicó la Relatora Especial.
Manifestaciones de racismo persisten a nivel mundial
Al respecto, estudios de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (ASSS, por sus siglas en inglés) menciona que las manifestaciones generalizadas contra la brutalidad policial —como el asesinato de George Floyd—, son un recordatorio de que el racismo es una fuerza persistente que obstaculiza el progreso social y conduce a la opresión.
La pandemia de COVID-19 también expuso este problema de discriminación social y racismo, afectando de manera desproporcionada en la distribución desigual de vacunas. A partir de abril de 2022, solo el 15,21% de las poblaciones de países de bajos ingresos había recibido una dosis de vacuna, de acuerdo con el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (Cerd).
De acuerdo con la Relatora Especial, las profundas desigualdades raciales persisten, mientras que los sistemas económicos y financieros mundiales siguen centrándose en el subdesarrollo racialmente discriminatorio.
Por ello, llamó a descolonizar los sistemas económicos legales y políticos globales, romper las jerarquías internacionales y apostar por medios de desarrollo económico, más allá de la ideología eurocentrista.
Así es posible abordar el racismo sistémico…
Durante su presentación, la Relatora Especial destacó los levantamientos por la justicia racial en 2020, que movilizaron a la comunidad mundial y cambiaron significativamente los términos del debate en las Naciones Unidas y otros lugares.
“Para que las iniciativas contra el racismo tengan éxito, los líderes institucionales deben comprometer los recursos necesarios y la voluntad política para la transformación”.
E. Tendayi Achiume, Relatora Especial designada por la ONU.
Aunado a ello, refirió que la falta de compromiso con la justicia racial y la igualdad obliga a las instituciones y organismos a revisar y reconocer que aún persiste estas formas de discriminación. De hecho, el Banco Mundial asegura que los afrodescendientes representan la mitad de quienes viven en la pobreza extrema en Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Uruguay.
Finalmente, reconocer las causas de discriminación estructural es fundamental para combatir la injusticia y crear oportunidades para todas las personas. Si bien se ha demostrado que la Agenda 2030 falla, también es un gran avance que recalca el desafío por incorporar cambios respecto a la discriminación y el reconocimiento étnico racial de la población.