La lucha contra la polución del aire, los ríos y las tierras de cultivo se ha convertido en una prioridad para el Gobierno del Presidente chino, Xi Jinping, ante la amenaza que representa para la salud, el crecimiento económico y la estabilidad política.
La contaminación ha provocado un fuerte descontento social. De hecho, las denuncias por polución se duplicaron respecto al mismo periodo de 2013, de acuerdo con la prensa oficial.
Este problema causa que cada año mueran entre 350 mil y 500 mil chinos prematuramente. El Gobierno ha admitido que el 20 por ciento del suelo del cultivo y el 60 por ciento del agua en superficie están contaminados.
Se trata de una nueva actitud del Gobierno comunista que, hasta hace dos años, se negaba a tomar cartas en el asunto.
De hecho, en los últimos dos años, al menos unas 190 mil empresas han sido sancionadas por violar las leyes medioambientales. Las multas impuestas suman 520 millones de euros (633 millones de dólares).
Dichos castigos podrían incrementarse, pues el jueves entra en vigor una nueva versión de la Ley de Protección Medioambiental, que prevé multas más fuertes a quienes contaminen y a los funcionarios que lo toleren.
«Buena parte de la agenda política de los líderes se dirige a aumentar la satisfacción de la clase media urbana. Cuando este sector clave de la sociedad se ha empezado a quejar de la contaminación y generar un gran debate, los líderes le han prestado oídos y lo han puesto en primer lugar de su agenda», explicó el director del programa para China de Greenpeace, Ma Tianjie.
El mismo Primer Ministro, Li Keqiang, dijo en marzo pasado que la polución se combatiría «con el mismo vigor con que nos enfrentamos a la pobreza».
En este sentido desde el 1 de enero de 2014, las principales empresas contaminantes deben divulgar sus emisiones en tiempo real.
Asimismo, los funcionarios que no acaten las reglas podrían verse cesados de sus cargos.
Además, en noviembre, el Gobierno chino acordó con Estados Unidos un pacto histórico para reducir en 2030, o antes, el máximo de sus emisiones de gases de efecto invernadero, cerca de una década antes de lo que calculaban los analistas. Beijing se comprometió también a obtener el 20 por ciento de su energía de fuentes renovables para 2030.
Las medidas del Gobierno ya han mostrado algunos resultados. En noviembre, mes en el que Beijing fue anfitrión de la Cumbre de la APEC, las autoridades impusieron medidas como la prohibición de circular a la mitad de los vehículos de la capital cada día y el cierre de fábricas en 200 kilómetros a la redonda. Ello provocó un inusual cielo azul durante una semana.
Según un estudio de Greenpeace, en el primer semestre de este año la contaminación en Beijing descendió casi un 10 por ciento con respecto al año pasado. Además, el consumo de carbón, que representa dos tercios de la cesta energética china, bajó este octubre por primera vez en la historia moderna.
Organizaciones ecologistas, sin embargo, toman con cautela el cambio de actitud. Algunas temen que las nuevas normas sean sólo de papel, o que desplacen la contaminación del este desarrollado del país al oeste más pobre.
Fuente: Reforma