Iberoamérica nunca había tenido tantas personas jóvenes como ahora que más del 50% de su población tiene menos de 35 años. Esto muestra la importancia que tienen y tendrán en el rumbo de nuestras sociedades, no solamente por el número que representan, sino porque sus ideas y acciones innovadoras son el principal activo que tenemos para lograr una región hecha a la medida de todas y de todos.
Por ello, el compromiso asumido por los Jefes de Estado y de Gobierno en la reciente Cumbre con la implementación del Pacto Juventud 2030 impulsado por el Organismo Internacional de Juventud (OIJ) es trascendental, en tanto acentúa el protagonismo de las personas jóvenes en el desarrollo sostenible y fortalece la cooperación entre países para posicionarles en el centro de la Agenda 2030.
Esto es resultado de un camino iniciado en 2016, cuando, tras un proceso de transformación institucional y a través de una consulta amplia y participativa, recogimos las demandas de los países y de las personas jóvenes para construir el Pacto Iberoamericano de Juventud. Un Pacto con 24 acuerdos, firmado por los Jefes de Estado en la Cumbre de ese año, que sentó un precedente en la agenda internacional de juventud y estableció, por mandato presidencial, el compromiso de unirnos regionalmente por el bienestar de la población joven.
Gracias a la ambición de materializar estos acuerdos de máximo nivel político en acciones con resultados, son múltiples los logros que hemos obtenido en estos dos años de implementación del Pacto. Por ejemplo, en este corto tiempo OIJ ha impactado a más de 80.000 jóvenes con sus diez programas bandera, mientras que antes la institución llegó a tan solo 4.000 personas en 20 años. Además, a través de las políticas impulsadas por los organismos de juventud y otros entres sectoriales, se han beneficiado a cerca de 14 millones de jóvenes.
Pero sabemos que debemos lograr más y queremos hacerlo porque los desafíos que enfrenta la región en juventud siguen siendo enormes, tal y como lo señalan una pobreza juvenil del 31,1%; un desempleo juvenil del 19,5%; una deserción del 50% en la educación superior; o la marcada desigualdad de género, gracias a la cual 132 mujeres jóvenes por cada 100 hombres viven en hogares con pobreza extrema.
Este es, justamente, el escenario en el que el Pacto Juventud 2030 completa todo su sentido, en tanto renueva el compromiso asumido hace dos años por los países iberoamericanos, con el propósito de cuidar lo logrado y seguir avanzando a través de una vinculación explicita con la Agenda 2030. Pero sabemos que esto solamente será posible si la orientación del desarrollo sostenible tiene protagonismo joven; si los acuerdos del Pacto se vinculan estratégicamente en las políticas de desarrollo de los países; y si las evaluaciones nacionales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se hacen con un efectivo enfoque de juventud.
Por lo anterior, como responsables de la coordinación técnica y la articulación política para la implementación del Pacto, desde OIJ asumimos cuatro prioridades que guían esta renovación y nueva proyección: centrarnos en lo que es importante para las y los jóvenes, fortaleciendo sus capacidades y su poder transformador; apoyar las acciones de los gobiernos, impulsando la intersectorialidad y la cooperación; generar conocimiento abierto, útil y accesible sobre temas neurálgicos para las juventudes; y construir alianzas multiactor para complementar acciones, sumar recursos y mejorar impactos.
Por supuesto, como he mostrado, no estamos partiendo de cero. Por lo tanto, es fundamental que el compromiso que la región ha asumido con el Pacto Juventud 2030 sea también con el cumplimiento de los diferentes acuerdos en juventud y con la optimización de las acciones de los países y de OIJ. Así, en un marco de principios y valores que reconoce los derechos como sustento de cualquier democracia, esperamos que todos los Estados ratifiquen la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes (CIDJ) y su Protocolo Adicional, integrándolos en los marcos nacionales de protección.
A la fecha, 11 países han firmado la CIDJ y solamente 7 la han ratificado, trazando con ello un reto estructural para el desarrollo sostenible y el propósito de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás. Desde nuestra perspectiva, no es posible avanzar con paso firme en este camino si los Estados no aceptan la responsabilidad de garantizar los derechos humanos de todas las personas jóvenes. Por ello, acogemos la tarea de acompañarlos en los procesos de firma y ratificación, así como la implementación de este tratado internacional único en su especie.
En este sentido, el Pacto Juventud 2030 también requiere fortalecer las políticas públicas y las capacidades institucionales, a través del intercambio de experiencias y la cooperación. OIJ apuesta por fortalecer estos lazos desde las posibilidades del entorno digital, sistematizando buenas prácticas en juventud; promoviendo el aprendizaje colaborativo; abriendo canales de comunicación entre los países iberoamericanos y otras regiones del mundo; y vinculando a las personas jóvenes en la solución de los desafíos que enfrentan nuestras sociedades.
Así mismo, aportamos herramientas para mejorar la gestión de las políticas públicas con base en evidencia, así como los procesos de rendición de cuentas. En el ámbito nacional, se trata de garantizar que las políticas de juventud sean medidas en clave ODS y que el seguimiento de los ODS se haga con enfoque de juventud, a través 52 indicadores que visibilizan el impacto del desarrollo sostenible en las personas jóvenes. En el ámbito regional, por su parte, tenemos 49 indicadores para evaluar el aporte de los países al cumplimiento del Pacto e indicar áreas que tiene vacíos y, en consecuencia, que son prioridad.
Finalmente, el compromiso que los países han asumido con el Pacto Juventud 2030 implica respaldar la Alianza Internacional de Cooperación en Juventud, como estrategia que aporta a su implementación. La Alianza, que también nació en 2016 con el impulso de OIJ, hoy vincula a más de 100 representantes de gobiernos iberoamericanos y del mundo, de la sociedad civil, de la cooperación internacional, del sector privado y de la academia. Además, nos ha permitido posicionar la agenda regional de juventud en espacios internacionales tan importantes como ECOSOC, el G20, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la Comisión Europea.
Sin duda, la Alianza también es una plataforma para que las personas jóvenes participen en la orientación del desarrollo sostenible, compartiendo sus experiencias, demandas y propuestas. De este modo, enfatizamos la importancia de crear alianzas intergeneracionales promotoras de la corresponsabilidad, a través de las cuales instituciones y adultos podamos nutrirnos de la creatividad, innovación y capacidad de resiliencia de las personas jóvenes, a la vez que éstas se involucran en la solución de asuntos críticos y se sienten reconocidas.
No podemos olvidar que, dos años después de la adopción de la Agenda 2030, vivimos un momento crucial para su cumplimiento, con avances importantes, pero también con puntos críticos. En OIJ, estamos convencidos de que el poder transformador de las personas jóvenes nos permitirá enfrentar con éxito este desafío. Así que, como lo propone el Pacto Juventud 2030, en estos próximos 12 años ellas y ellos son protagonistas.