Como todos saben, Al Gore es un especialista en el tema del cambio climático. Su filme Una verdad incómoda, le hizo acreedor al Oscar y posteriormente también al premio Nobel de la Paz junto al Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Con este marco, es factible decir que Gore se ha convertido en un icono de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.
Su ponencia comenzó con información específica del 2011, datos que causan escalofrío al escucharlos y ver simultáneamente sus dramáticas imágenes a través de la presentación que Gore expuso en una pantalla gigante: 20 millones de personas en Pakistán vieron anegarse sus tierras y quedaron damnificadas; en Australia, las lluvias inundaron un territorio equivalente al tamaño de Francia y Alemania juntas; en China se inundaron 13 provincias dejando más de 8 millones de afectados; en India, 200 villas corrieron con la misma suerte, y mientras esto pasa en Asia, en América todos los estados de la Unión Americana rompieron su record de temperaturas más altas, en tanto que en Durango, aquí en México, hay sitios donde apenas llovió un día en este año.
¿Por qué mostró Gore estas imágenes? Para demostrar que el cambio climático es real, pese a que actualmente hay empresas que pretenden silenciar toda esta información, pagándole a científicos para apoyar tesis contrarias e invirtiendo en campañas que hagan pensar a la población global que estos fenómenos son naturales y no provocados por el hombre. Esta evidencia es irrefutable, 12 líneas de investigación distintas apuntan a que el fenómeno del cambio climático es antropogénico, sentenció Gore.
¿Cuál es el problema en relación con las empresas? Que éstas continúan viendo estos sucesos como un tema ecológico y no como una transformación dramática de la realidad y del mercado. Los cultivos inundados golpean los precios de los alimentos, los miles de damnificados migran de nación a nación, los seguros pierden cantidades millonarias, los gobiernos deben invertir en reconstrucciones, las empresas siguen arrojando toneladas de emisiones que después pretenden compensar (a veces) comprando bonos de carbono. Es un hecho, el cambio climático golpea también la economía de todos los países, sin importar su nivel de desarrollo.
¿Qué hacer? Hay que señalar que la responsabilidad no es de los gobiernos, es una tarea conjunta de estos con las empresas, las OSC y nosotros como individuos. Es obvio que las autoridades necesitan legislar en estos temas; sin embargo, también las compañías deben trabajar en su RSE. Es necesario desarrollar productos sustentables, entendiendo estos no sólo como alternativas «verdes», sino como un resultado efectivo de un cambio de paradigma en toda la cadena de valor. Un e-reader, por ejemplo, ahorra miles de árboles talados al poder almacenar libros sin necesidad de imprimirlos. Esto es pensar de forma sustentable en cuanto a productos, pero también son necesarios los cambios en logística, con flotillas de camiones híbridos y replanteamiento de rutas y horarios; transformaciones en las operaciones propias de la empresa, en insumos, en procesos, en recuperación y reciclado de productos y en políticas de reducción de emisiones a través de energías alternativas que pueden venir de instalaciones solares como las de Walmart o Google o parques eólicos como los de CEMEX.
El cambio climático, hay que entenderlo, no es un tema ecológico: es un tema que vivimos a diario y, en ese contexto, la sustentabilidad se ha convertido en un sinónimo de sobrevivencia.
Y es que si no cambiamos hacia la sustentabilidad —agregó Al Gore— muy seguramente nuestros hijos y nietos nos preguntaran como sus generaciones pasadas: ¿En qué estaban pensando?
Fuente: Revista Equilibrio, p. 39
Publicada: diciembre de 2011.