El pasado 8 de mayo del 2016, un día soleado y con viente en Alemania, nació una nueva generación de energía renovable que logró suplir el consumo total del país. La energía que se suplió con plantas hidroeléctricas y de biomass era 55GW del 63 GW que se estaba consumiendo; es decir, un 87 por ciento de la energía brindada era de origen renovable.
Esto provocó que los precios de la electricidad cayeran catastróficamente, al grado de que los usuarios comerciales casi estuvieran siendo pagados para consumirla. Para los críticos, estos subidas y bajadas de la electricidad pueden tener consecuencias en las plantas nucleares y de carbono, las cuales tuvieron que continuar funcionando para poder pagar la venta de electricidad durante numerosas horas –mientras que clientes industriales, tales como las refinerías, ganaron dinero al consumir electricidad–.
Se espera que para el 2050, las plantas alemanas de energía renovable puedan ser la base energética del país al 100 por ciento, e inclusive ser capaz de generar más electricidad para exportar el exceso a otros países. Y es que Alemania planea abandonar cualquier uso del petróleo como recurso energético, y sustituirlo por fuentes de energía renovables en los próximos 40 años.
La emancipación de los combustibles fósiles pretende ser una de las principales prioridades del gobierno alemán, principalmente al formar una de los factores indispensables para la conservación del medioambiente. De hecho, la dependencia petrolera resulta en devastadores efectos colaterales, tales como desastres ambientales, guerras, entornos contaminados y problemas geopolíticos.
Fuente: Ecoosfera