Para Matilde Vega, la cena de Navidad ya no es igual. Y es que a sus 68 años, la ausencia de su madre sigue siendo motivo de nostalgia. Ella fue una de las beneficiarias del Pollotón 2009, que durante la pasada Nochebuena duplicó la cantidad de cenas repartidas el año pasado.
Cerca de las 13:00 horas, Matilde deshebra el pollo, mientras habla sobre el pavo enchilado que ella y otras 450 ancianas habrían de compartir esa noche. Su sonrisa trasluce un aire infantil, como la expresión traviesa del niño que espera con impaciencia la Nochebuena. Pero no todo es regocijo.
«De la Navidad me gusta todo, menos los abrazos. Me ponen sentimental, me acuerdo de cuando mi mamá vivía», dice. Ella y sus compañeras del albergue Villa de las Mujeres, dependiente del Gobierno del DF, agradecen la entrega de 100 pollos, 200 panes y 100 litros de jugo que serían consumidos al día siguiente, pues el 24 reciben un menú especial pero, sobre todo, la oportunidad de ver un rostros distintos, sonrisas afables: las de la familia López Martínez.
Con tres automóviles cargados hacia diferentes rutas, después de la respuesta que tuvieron este año, el Pollotón comenzó su misión alrededor de las 12:00 horas, desde la casa de los López Martínez en Cuautitlán Izcalli.
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