La gran pregunta está planteada: en medio de una crisis como la actual, ¿qué deben hacer las empresas en responsabilidad social corporativa (RSC)? La respuesta fácil sería: achicarse. Pero no es lo que piensan algunos empresarios líderes. Muhamed El-Erian, consejero delegado de Pimco, uno de los mayores fondos de inversión del planeta, declaró en The New York Times (27/10/2011) que simpatizaba con el movimiento Ocupa Wall Street, porque el sistema capitalista tiene que moverse hacia un «capitalismo inclusivo», buscar crear más empleo y cortar las desigualdades excesivas.
Y de las empresas dice: «No se puede tener una buena casa en un vecindario en deterioro…, factores como la credibilidad y el funcionamiento equitativo del vecindario importan mucho. Sin esto, la debilidad del sistema capitalista irá acentuándose». Hay desarrollos inéditos, como la reciente rebelión de estudiantes de economía en Harvard sobre la que informa el Wall Street Journal (5/11/2011). El 70% se retiraron de la asignatura Economía 10 que dicta Greg Mankiw, expresidente del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush.
Los estudiantes escribieron lo siguiente: «Encontramos un curso que expone una específica y limitada visión de la economía que, creemos, perpetua problemas y sistemas ineficientes de desigualdad económica en nuestra sociedad». Por lo tanto, hay quienes están multiplicando la RSC. Un muy exitoso inversor de Silicon Valley, Robert King, donó 150 millones de dólares a Stanford para establecer un instituto que genere innovaciones en la lucha contra la pobreza. King indica que «más de 1.000 millones de personas ganan menos de 1,25 dólares por día. No es justo».
Y Spitzar, un MBA de Stanford, creó en Bután el emprendimiento social Árboles de almendras en las montañas. Da a campesinos muy pobres la posibilidad de producir y exportar e, indirectamente, ayuda a preservar las montañas. Stanford estima que la nueva industria empleará al 10% de la población de Bután.
También, ya ha aparecido la primera vacuna contra la malaria (4/11/2011) que tiene una efectividad inicial del 47%, con la Fundación Gates como propulsora. Había un laboratorio líder mundial que investigaba sobre vacunas, pero solo para personal militar y turistas, pero la fundación le cofinanció para que las desarrollaran en niños pobres, que son la gran mayoría de los cerca de dos millones de víctimas anuales.
Así, la nueva vacuna pone al alcance la posibilidad de erradicarla totalmente. Más que nunca, en tiempo de crisis, es urgente que las empresas redoblen su RSC y comprometan capacidades gerenciales con la solidaridad.
*Bernardo Kliksberg . Autor de ‘Emprendedores sociales. Los que hacen la diferencia’ (Temas, 2011)
Fuente: Cincodias.com
Por: Bernardo Kliksberg*
Publicada: 21 de noviembre de 2011.