Hay que decir que algunas empresas han realizado desde sus orígenes, acciones en pro de sus colaboradores y/o de su comunidad; llevan la RSC en la sangre; sin embargo, hay otras que han tenido que aprender por la mala, es decir, por la vía dura: la crítica o el boicot.
Cuando Naomi Klein publicó su libro NO LOGO en el 2000, fue un certero garrotazo a muchísimas organizaciones; quizás la más sonada y una de las más afectadas, Nike, sin embargo, GAP no se quedó muy atrás. La escritora acusó a la marca de moda de usar mano de obra infantil, mal pagada y trabajando en condiciones infrahumanas.
A raíz de ello, GAP estableció medidas para con sus proveedores con el fin de reforzar las medidas que prohíben la contratación de niños. No obstante, en 2004, hizo una auditoría sobre la fabricación de sus prendas y sacó a la luz casos de trabajos forzosos, explotación infantil, salarios inferiores al mínimo legal y castigos corporales. A raíz de esta auditoría, el grupo rescindió sus contratos con 136 proveedores responsables de estos abusos y en 2006 anuló otros 23 vínculos por el mismo motivo. Es decir, se trata de un problema fuerte en la cadena de producción de la compañía; dificultad que no sólo enfrentan organizaciones de ropa; Apple acaba de anunciar una situación similar con sus manufacturas del iPhone y el iPod.
En cuestión ambiental, GAP acaba de hacer público que ha reducido sus emisiones de CO2 un 20 por ciento en cinco años mediante el uso de energías renovables, sistemas de iluminación más sostenibles y un programa de gestión de la energía centrado en las tiendas de la cadena que más recursos gastaban. Al parecer, esta reducción ha permitido a la compañía pasar a formar parte del ‘Climate Leaders Program’ de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA, por sus siglas en inglés). Por otro lado, la compañía calcula que el nuevo programa implementado para reducir los residuos disminuirá en 57.000 toneladas la cantidad de basura y ahorrará a la empresa unos 13 millones de euros al año.
Actualmente, GAP está sometiéndose a un proceso de evaluación ambiental que incluye el analísis de 2.800 tiendas, transporte, siete centros de distribución, 11 oficinas y cinco estudios de diseño. En una segunda fase de esta evalución, que se desarrollará en 2010, la compañía pondrá el acento en la cadena de suministro.
Todo lo anterior muestra que tras el estallido de los escándalos, marcas como GAP deciden cambiar sus formas de trabajo y practicar políticas de Responsabilidad Social Corporativa.
Sin embargo, GAP, sin duda, es uno de los ejemplos de que la RSC puede ser aprendida por la vía difícil; asimismo es una muestra de que cuando no se es socialmente responsable, los costos posteriores suelen ser muy altos. Finalmente es una buena lección referente a que en la RSC es mejor un enfoque preventivo que reactivo.