Tom Falk ha estado casi toda su vida en Kimberly Clark. Entró a la empresa hace 29 años y fue nombrado CEO en 2002, y presidente en 2003. Según él, la sustentabilidad se ha integrado tanto con la marca como la seguridad, y es cierto que la compañía es ampliamente reconocida por ser el líder en términos de calidad, eficiencia y sustentabilidad. Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos le dio su premio Socio Energy Star del año por dos años consecutivos, gracias a su enfoque global en administración de energía.
En entrevista, Falk habla sobre la resistencia inicial de la empresa y sobre cómo aprendió a tener conversaciones productivas con los stakeholders que quieren que actúe más rápido, así como el cambio dentro de la empresa para tener metas más agresivas.
1. En los últimos 10 años, ¿cuáles han sido los principales puntos de infelxión en su agenda de sustentabilidad?
Realmente todo empieza a mediados de los 90, cuando me involucré por primera vez con el tema. Esto coincidió con la fusión con Scott, cuando nos convertimos en una empresa de papel mucho más grande. En ese punto nos pusimos una serie de metas de cinco años. Queríamos ver lo suficientemente lejos, tener objetivos y después medirlos en todas nuestras instalaciones de todo el mundo cada cuarto de año. Dijimos «vamos a empezar con cosas obvias como consumo de agua, asegurarnos de que reducimos la basura sólida, emisiones en el aire y energía consumida. Vamos a ponernos de acuerdo en medidas y medir todo igual en todo el mundo, para empezar a observar los avances». Estas fueron nuestras metas Visión 2000.
Hace 10 años di un discurso a uno de nuestros clientes de salid, que me pidió que fuera a hablar de sustentabilidad. Rápidamente entendimos que ellos no tenían idea de qué hablaba, porque ellos creyeron que hablaría de la sustentabilidad de una iniciativa de cambio, y yo hablé de el sentido amplio de la palabra.
Hace como 5 años, estuve en uno de nuestros foros de consumo que hacemos para nuestros fabricantes de productos de consumo envasados. Ninguno de ellos sabía qué significaba la sustentabilidad. Nosotros, que no nos dedicamos a eso, sí sabíamos, pero yo hablaba con un tipo que hace frijoles horneados para vivir, que no tenía ni la menor idea.
Creímos que estábamos haciendo un gran trabajo. Formamos una junta consultora externa, pero ellos nos ayudaron a entender que nos habíamos estado comiendo nuestro propio frasco de galletas por mucho tiempo, que no teníamos una visión clara de lo que el resto del mundo estaba haciendo y que deberíamos poner la mirada en metas más agresivas.
Me rúno con la junta y con mi equipo formalmente cada año, para su retroalimentación sobre dónde debemos empujar más, dónde lo estamos haciendo bien, pero no somos los mejores todavía. Ha habido un buen diálogo abierto con gente que piensa muy distinto a nosotros.
2. Suponemos que en algún momento dicen «deberían ser hacer más aquí o allá» y ustedes dicen «no estamos listos para tomar estos pasos». ¿Nos podría dar una idea de cómo son esas discusiones?
Yo diría que en el primer año todo fue muy educado. Probablemente teníamos los brazos cruzados, oíamos pero no escuchábamos. No lo estábamos interiorizando. Pero cuando nos fumos conociendo mejor, hubo más estira y afloja. Ahora, cuando sugieren algo, hablamos de los problemas prácticos. Al final, siempre nos empujan un poco. Tal vez no logran que hagamos el 100% de lo que creen que podríamos hacer, pero nos movemos más de lo que haríamos nosotros solos.
3. Así que deben estar trabajando con muchas organizaciones en temas sustentables
Absolutamente. Yo diría que solíamos enfocarnos mucho en el interior, creer que teníamos todas las respuestas y sabíamos a dónde ir. Teníamos a mucha gente lista trabajando en eso. Pero nos abrimos para trabajar con ONGs y nuestra junta consultora y ahora somos parte de muchos grupos externos. Antes, si decías la palabra «Greenpeace», nadie quería acercarse a ellos, y ahora he cenado con sus líderes y son inteligentes y bien intencionados. No siempre estamos de acuerdo, pero podemos conversar y trabajar juntos. Nos hemos beneficiado mucho de estas relaciones.
4. Greenpeace ha atacado mucho a la empresa
Sí, fue uno de los momentos cuando creímos que teníamos razón y ellos estaban equivocados. Ellos creían lo contrario y nadie escuchaba. Cuando realmente llegamos al punto de escuchar al otro, descubrimos que no estábamos tan alejados.
Creíamos que teníamos la mejor política de fibras; ellos tenían áreas donde querían a un líder fuerte y no nos comprometimos a nada que no estuviéramos seguros que no podíamos cumplir, así que trabajamos en esos detalles. Logramos lo que sigue siendo la mejor política, con áreas donde nos sentimos cómodos exigiéndonos más. Greenpeace pensó que fue un gran avance que ha funcionado en la industria. Desde eso, hemos colaborado en otros asuntos.
La parte emocionante es el área de manufactura. Estamos tratando de usar menos materiales y reducir nuestra huella de carbono. Nos estamos extendiendo en otras áreas en términos de su podemos lograr una ventaja competitiva con nuestros productos en el mercado afirmando cosas que nos hacen diferentes y estés basadas en ciencia. Y queremos expandir nuestro impacto en la comunidad y medir este beneficio, en lugar de solo regalar dinero.
5. ¿Cómo describirías el impacto de la sustentabilidad en tu modelo de negocios?
Algo que nos planteó nuestra junta consultora es en nuestro modelo de negocios, un programa llamado «Reduce hoy, respeta mañana», que se trata de usar menos de nuestros productos. Por ejemplo, puedes secarte las manos en un baño público con solo una toalla, en lugar de tres o más. Es un gran programa por muchas razones: tiene un gran mensaje sustentable, pero también le cuesta menos a nuestros consumidores, porque compran menos cajas. No hay muchos casos donde una empresa pida que se usen menos de sus productos. Esto nos parece una ventaja competitiva, porque puedes hacer una toalla que es lo suficientemente buena para secar las manos con una sola, a un precio competitivo. Y si también es bueno para el ambiente, es una gran ganancia.
Fuente:
MIT Sloan Managment Review
Traducción y adaptación:
María José Evia Herrero
Me parece que fue una medida inteligente; nadie es poseedor monopólico de la verdad y la razón; si escuchamos la parte del otro, podremos hacer cosas mejores. Sumando fortalezas.
El producir mejores productos para que se consuma menos es una buena medida; ahora hay que educar al consumidor; esto puede ser fácil en las empresas, con sus empleados, pero me pongo a pensar en servicios sanitarios como los de los cines, en donde los baños son tierra de nadie; he visto cómo insconscientemente las personas jalan 3, 4 y hasta 5 toallas de papel para secarse las manos; es impresionante el desperdicio, porque no les cuesta, o quizá piensen que el cine es tan caro, que así se desquitan… entrar en el pensamiento del otro, resulta siempre difícil, pero no imposible; CREAR CONSCIENCIA es vital!!!