El estimador mensual de actividad económica de Argentina (EMAE), un índice que anticipa el comportamiento trimestral del PIB, creció 8.1% en mayo, en comparación con el año anterior.
Pese a esto, el drástico crecimiento ha puesto en duda la confiabilidad de los datos de las finanzas nacionales. Hace tiempo que los números oficiales de la inflación no son creíbles, pero ahora también surgen dudas sobre las cifras del PIB. Muchos piensan que se ha subestimado la profundidad de la crisis de 2008-2009 y que se ha sobrevalorado el alcance del ‘rebote’.
El motivo de preocupación más reciente fue el hecho de que los datos del PIB del primer trimestre de 2011 arrojaron cifras que superaban ampliamente los números del EMAE para esos tres meses. La diferencia entre las cifras oficiales de crecimiento para los primeros cinco meses del año (9%) y los cálculos no oficiales es de aproximadamente dos puntos porcentuales.
Dejando de lado el robusto gasto del gobierno, está claro que los subsidios y transferencias, el fácil acceso a créditos y el crecimiento real del salario incentivan el incremento del consumo privado. Se está alentando la inversión fija gracias a la apreciación real del peso, a las restricciones crecientes en la capacidad y al crecimiento prohibitivo en los costos de los salarios (lo cual aumenta los incentivos para la inversión en equipamiento más que en mano de obra); al mismo tiempo, la fuerte rentabilidad de los últimos años también ha impulsado la capacidad de las empresas para autofinanciar sus inversiones.
Sin embargo, a mediano plazo, se estima que la persistente inflación erosionará los salarios reales y desalentará el consumo privado, si bien los subsidios y transferencias posiblemente pongan un límite a la caída. Es probable que el pronóstico para las inversiones sea menos favorable, teniendo en cuenta que es difícil la planificación a largo plazo debido a la incertidumbre en los precios.
Los efectos de la apreciación del peso en la competitividad en el exterior y el costo en alza de la mano de obra se reflejaran en la contribución negativa del sector externo. Si bien los volúmenes de exportación estarán respaldados por la perspectiva positiva para los commodities, posiblemente la demanda interna requiera más importaciones.
En un esfuerzo por contener las presiones inflacionarias, el gobierno sigue recurriendo a políticas para controlar la oferta más que para poner un freno a la demanda, con medidas tales como las restricciones de las exportaciones y el control de precios; pero estas disposiciones sólo exacerban los problemas de oferta al impedir la inversión productiva en sectores clave. También faltan las medidas sectoriales que ayudarían a promover la inversión (y en el caso de la importante industria agrícola argentina, se ha establecido un conjunto de medidas intervencionistas que sólo han disuadido la inversión).
Si Cristina Fernández es reelecta, se anticipa que el gobierno seguirá, en términos generales, con la misma política económica. Posiblemente, las preocupaciones sobre la dinámica fiscal y de balance de pagos motivaran ajustes en la política económica durante 2012, pero la disciplina monetaria y fiscal seguirá ausente en el periodo 2011-2015.
Fuente: Expansión, p. 38.
Por: The Economist Intelligence Unit.
Publicada: 15-31 de agosto de 2011.