La cumbre sobre cambio climático de Copenhague, que entró en su recta final esta semana, está enmarcada por las diferencias entre Estados Unidos y China, los dos países más contaminantes del mundo. Ayer, China acusó a Estados Unidos y otras naciones ricas de renegar de su responsabilidad histórica de combatir el calentamiento mundial, mientras que el enviado estadounidense aseguró que su país no cambiaría su promesa de recorte de emisiones.
«No se puede empezar a tener siquiera un acuerdo sólido en términos ambientales sin la participación adecuada de China», afirmó el representante estadounidense Todd Stern. Sin embargo, en Beijing, la portavoz de la Cancillería Jiang Yu insistió en que todo acuerdo sobre el clima debe tener en cuenta el nivel de desarrollo de cada nación y que los países en desarrollo tienen la obligación de suministrar apoyo financiero a los menos desarrollados.
En un intento por calmar las aguas, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, indicó que los países ricos y pobres deben «dejar de acusarse mutuamente» y mejorar sus compromisos para salvar las conversaciones climáticas. Empero, el funcionario abrió la puerta a una posibilidad que aumentaría la inconformidad de las naciones pobres, ya que le dijo al Financial Times que la cumbre podría concluir el viernes sin una promesa de asistencia económica concreta para que dichos países puedan enfrentar el calentamiento. «Podemos comenzar a discutir ese asunto el próximo año», indicó.
La dificultad de los negociadores para acordar cifras ambiciosas quedó reflejada en un nuevo borrador, divulgado ayer, en el que no figuraba ningún compromiso cuantificado en cuestiones clave como reducción de emisiones y ayuda financiera a los países en desarrollo.
Además, China, y otros países en desarrollo, se resisten al monitoreo internacional sobre la reducción de sus contaminantes.Por otro lado, algunas potencias consideran que son insuficientes las ofertas de China y Estados Unidos. Por ejemplo, este último ofreció un recorte de sus emisiones de CO2 del 17 por ciento en 2020 respecto al nivel de 2005; dicha cifra traducida respecto al nivel de 1990 tomando como referencia por la mayor parte de países corresponde a sólo un 4 por ciento.
Otro de los obstáculos a superar es la demanda de países africanos y otros emergentes sobre preservar el protocolo de Kyoto, mientras que la mayoría de las naciones ricas quiere fusionar el anterior pacto con uno nuevo con obligaciones para todos, porque China y Estados Unidos no se comprometen a ninguna baja de emisiones en dicho documento.
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