Las bolsas que te dan en el supermercado son uno de los desechos más comunes y que más dañan al ambiente.
En México, se utilizan a diario 20 millones de bolsas de plástico, según un reporte del Senado, y cada año se generan alrededor de 135 millones de toneladas de residuos, de los cuales más de 107 toneladas corresponden a bolsas de plástico, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
El problema con las bolsas de plástico es que son difíciles de reciclar y tardan aproximadamente 150 años en degradarse. Pero Miguel Ángel Simón, un estudiante mexicano, encontró una manera práctica y de bajo costo para acabar con ellas: microorganismos que devoran plástico.
“La basura es un problema cotidiano y conforme evoluciona y avanza la humanidad, también se hace más grave, porque nadie sabe qué hacer con ella”, dice Miguel Ángel. Por ello, con la ayuda del maestro Sergio Palacios Mayorga, del Departamento de Edafología, del Instituto de Geología de la UNAM, trabajó para encontrar una forma de biodegradar plásticos, para que éstos puedan reintegrarse de manera ecológica al medio ambiente.
Por ello, dice Miguel Ángel, “hay que saber dar buen uso a esos desechos, para que no se vuelvan una molestia y podamos generar menos contaminación”.
Todo comienza con una idea
El proyecto surgió a partir de una pregunta: ¿Existen bacterias que comen plástico? A partir de entonces, Miguel y Sergio Palacios comenzaron a investigar sobre degradación de plásticos con microorganismos; sin embargo, las formas que han sido documentadas toman mucho tiempo, ya que se requiere de entre seis meses y un año para degradar 20% del plástico.
Con el método de Miguel Ángel, solo se necesitan 40 días para disminuir el volumen del plástico, gracias una composta elaborada con desechos orgánicos caseros y excremento de cabras y borregos.
La razón por la que se utilizan los desechos de cabras y borregos es porque esos animales “comen casi de todo, incluso plástico, e intuimos que al comer plástico su organismo genera bacterias o microorganismos que, si bien no lo biodegradan por completo, lo dañan”, y permiten que el resto del proceso sea mucho más simple.
El experimento de biodegradación de las bolsas plásticas es sencillo: con la composta orgánica y los excrementos forman una mezcla en la que han introducido trozos de bolsas de plástico, revisando cada tercer día los cambios que se producen en el plástico.
A lo largo de los cuarenta días de investigación, encontraron resultados positivos: el plástico se comenzó a desintegrar.
La idea de que el proceso se realice con materiales económicos y sencillos es que la gente pueda hacerlo en su casa, porque puede elaborar su propia composta y biodegradar sus propias bolsas, aunque le lleve un periodo más largo.
El proyecto apenas esta en su primera fase. El maestro Palacios explica que la siguiente etapa “se van generar condiciones óptimas para que el plástico se degrade y se convierta en CO2 en menor tiempo”, es decir, se aislarán únicamente los microorganismos que se alimentan del plástico, para que los biodegraden al 100%.
Niños y jóvenes por la ciencia
El proyecto de Miguel Ángel, quien desarrolló la investigación mientras era alumno de preparatoria, forma parte de una serie de investigaciones apoyadas por el Programa Adopte un Talento (PAUTA), organización formada por un grupo de científicos, pedagogos, psicólogos de la educación y profesores que, con talleres y asesorías, ayudan a niños y jóvenes a acercarse a la ciencia.
A lo largo de ocho años, PAUTA ha acompañado proyectos de diferentes áreas de ciencias exactas: ingeniería y tecnología; ciencias sociales; medicina, salud y alimentación; ciencias naturales y del medio ambiente.
Cada uno de los proyectos desarrollados cuentan con un enfoque de impacto social, por lo que están diseñados para mejorar las condiciones de vida de las comunidades a las que pertenecen.
Fuente: Animal Político
