Aunque los avances en la inclusión han sido significativos, millones de personas en el mundo continúan siendo segregadas, por razones que pueden incluir el sexo, la orientación de género, el origen étnico o social, entre otros. Sin embargo, de acuerdo con CNN, la acción social es un contrapeso para cambiar esta realidad. Así lo revela esta historia, en la que protestó el alumnado LGBTQI+ a su universidad.
La inclusión para el desarrollo sostenible
Según el Banco Mundial, el camino a la inclusión ha sido un desafío global, pero también representa una oportunidad para que instituciones, asociaciones y empresas realicen acciones que garanticen el desarrollo sostenible y la inclusión social, en particular, de los grupos minoritarios e históricamente desfavorecidos, como es el caso de las mujeres, los menores de edad y miembros del colectivo LGBTQI+.
Cabe señalar que el desarrollo sostenible se refiere a la importancia de eliminar barreras para contribuir a un futuro mejor, por lo que hace hincapié en la integración de las personas que han quedado excluidas de las oportunidades económicas y sociales. Asimismo, busca generar circunstancias igualitarias de empleo, acceso a la salud y vivienda independientemente del género, orientación sexual, origen o nacionalidad.
Pero, ¿cómo fortalecer la inclusión desde la acción social? Esta historia nos da la respuesta.
Así protestó el alumnado LGBTQI+ a su universidad
En una era de migración y movilidad de estudiantes, investigadores y profesores, los campus universitarios se han vuelto más diversos, aunque no han logrado eliminar las prácticas de discriminación que aún persisten en las escuelas.
Empero, como lo reporta CNN, a modo de protesta, estudiantes de la Seattle Pacific University (SPU) entregaron a su presidente interino, Pete Menjares, banderas del orgullo del arcoíris durante una ceremonia de graduación, esto por una política escolar que rechaza la contratación de personas LGBTQI+.
Chloe Guillot, estudiante y organizadora del acto, aseguró que todo comenzó en una conversación por la falta de representación en las aulas. Así surgió la idea «¿por qué no repartimos una bandera del Orgullo?». En tanto, Pamela Styborski, otra participante, compartió que era importante hacer una declaración «que fuera muy pública, visible y respetuosa», antes de graduarse.
La acción social contra la discriminación
La protesta se produce a menos de un mes después de que la Junta Directiva de la SPU votara por mantener fuera de la plantilla laboral a personas LGBTQI+, derivado de sus valores educativos, ya que es una institución religiosa afiliada a la Iglesia Metodista Libre de EE. UU. que «se reserva el derecho de preferir empleados o posibles trabajadores sobre la base de la religión».
Al respecto, Menjares señaló: «Fue un día maravilloso para celebrar con nuestros graduados. Aquellos que se tomaron el tiempo para darme una bandera me mostraron cómo se sentían y respeto su punto de vista».
La protesta simbólica se une a demandas anteriores donde estudiantes, profesores y ex alumnos piden a los fideicomisarios que revoquen su decisión de defender la política, que pide a los empleados de SPU «[…] comportamiento y estilos de vida consistentes con la integridad moral, la conciencia social y el testimonio cristiano efectivo”.
¿Deberían las universidades actualizar su política en demanda de las necesidades de sus stakeholders? Sin duda, la Universidad Seattle Pacific presenta una oportunidad para abrazar la inclusión e integrar la diversidad y liderar el camino reconociendo las diversidades.