Ya que en los últimos años muchos gobiernos, empresas y organizaciones parecen haber abierto los ojos al hecho de que – sin importar nuestro género, origen, religión, orientación sexual y condición de salud – todos merecemos los mismos derechos y oportunidades, nos enfrentamos con un problema que parece ser aún más difícil de superar que el enorme paso de reconocernos como iguales: ¿Ahora cómo hacemos para eliminar las barreras que hemos construido por siglos y que han puesto a muchos grupos en situación de vulnerabilidad?
Si bien existen muchas prácticas que pueden ayudar a las empresas a construir equipos diversos y una cultura de respeto, lo cierto es que para deshacernos de la discriminación y comenzar a ver el respeto a la diversidad como algo natural en lugar de como una transformación necesaria, es importante romper con los mitos que rodean a éste y otros términos relacionados.
Para lograr este propósito es necesario en primer lugar, que las empresas abandonen la idea de las cuotas de género o discapacidad que mantienen un equilibrio obligatorio y fomentan de forma indirecta los mismos sesgos que buscan combatir, haciendo estos criterios un factor clave para la contratación o impulso de un candidato determinado.
Además, las organizaciones necesitan dejar atrás la simple búsqueda de la diversidad y adoptar una perspectiva de inclusión que les permita responder de manera puntual a las necesidades particulares de cada uno de sus colaboradores, no sólo rompiendo con los prejuicios y promoviendo el respeto, sino brindando a cada persona las herramientas que necesita para el desarrollo de sus actividades e impulsando su crecimiento personal.
No quiero tu espacio, sino el mío
En este sentido, uno de los principales paradigmas a romper es que las minorías están pugnando por ganar el espacio de una contraparte en lugar de ser reconocidos por sus propias cualidades y talentos.
Necesitamos urgentemente darnos cuenta de que las mujeres no quieren ser hombres y las personas negras no quieren ser blancas; se trata de grupos que desean y merecen ser reconocidos con sus características únicas y desde sus propios espacios.
En un discurso para agradecer la entrega de un Emmy por su papel en How Get Away With Murder, en septiembre de 2015, Viola Davis agradeció a los escritores y productores de la serie por crear papeles para mujeres de color invitando a la industria a seguir su ejemplo.
No puedes ganar un Emmy para papeles que simplemente no están ahí
Poco menos de un año después de sus declaraciones, tengo que reconocer entonces que no entiendo la diversidad. No entiendo por qué debemos celebrar el surgimiento de una Hermione de raza negra en la obra Harry Potter and the Cursed Child, o sustituir superhéroes como Spiderman o el Capitán América con personas afroamericanas, o cambiar el género de un personaje tan icónico como James Bond, sólo para olvidar la escasez de personajes concebidos de forma natural como mujeres heroínas y afroamericanos loables.
Series como Jessica Jones, How Get Away With Murder y Scandal, que promueven el empoderamiento de la mujer en diferentes ámbitos representando a mujeres fuertes, no convirtiéndolas en sustitutos de los hombres sino reconociendo que pueden destacar por sus propias cualidades.
Si bien implementar cuotas de género o cambiar las características de un personaje para hacerlo más diverso o cercano a un público distinto no es una práctica irresponsable, se trata de un esfuerzo pobre por entender la lucha de los grupos minoritarios por ganar sus propios espacios; es una solución floja a un problema profundo que ataca a diversos sectores de nuestras comunidades.
Pieles de diferentes colores, hombres o mujeres no necesitan pugnar por los mismos espacios ni ganarlos con base en su género o en su origen, cualquiera que esté sea, sino hallar el lugar en el que puedan desarrollar su potencial y ofrecer todo su talento al mundo desde su propia trinchera.
