Era viernes por la tarde y me puse a pensar que miles de colaboradores en muchas compañías saldrían de sus oficinas para tomar un café o una cerveza con los amigos o simplemente descansar, y posteriormente, esperar el día lunes para seguir con los pendientes del trabajo; mi caso no era ese… Deseaba que fuera sábado porque era la primera vez que iba a ser voluntaria.
La cita fue en un ejido llamado La Comunidad, cerca del Nevado de Toluca, y a pesar de que tenía frío, me encontraba muy entusiasmada porque había sido invitada a formar parte de la Reforestación Familiar de HSBC 2016.
Adultos, niños y hasta mascotas se encontraban preparados para iniciar este evento, y por medio de actividades lúdicas comenzamos a integrarnos como equipo de reforestación. Con la ayuda de los juegos, olvidamos frío y sueño.
Me obsequiaron mi kit de voluntaria; el paquete contaba con una playera, una gorra, impermeable, y un envase para agua; me puse la camiseta, literal y metafóricamente, y me explicaron que la meta de ese día era plantar cerca de 12,000 árboles.
El nombre de mi brigada fue Montezumae; el líder de mi equipo me explicó que la denominación se le atribuía a una especie de árboles de pino de la región.
Comenzamos y poco tiempo después me puse el impermeable pues la lluvia se hizo presente, pero eso no impidió que todos los voluntarios siguiéramos plantando los seis pequeños arbolitos que nos correspondían a cada uno. Cuando terminé mi trabajo me di cuenta que había sembrado 8 árboles; no me importó tener mis manos llenas de tierra, y la verdad es que quería seguir sembrando más y regresarle un poco de amor a la naturaleza. Algo en mí había cambiado.
Me dijeron que a esta actividad habían asistido 2,000 colaboradores y familiares de HSBC, 20% más que el año pasado; también participó Reforestamos México, una organización que asegura el desarrollo de bosques y selvas del país; pocas empresas cuentan con iniciativas que incluyan así a sus colaboradores, engarzando además como aliados al gobierno y organizaciones de la sociedad civil.
Entre todos sembramos poco más de los 12,000 árboles proyectados, pero se me señaló que a lo largo del año, la institución financiera planea llegar a 70,000 con ayuda de la comunidad.
Además de contribuir con el medio ambiente, esta actividad de voluntariado contó con beneficios sociales, pues genero una derrama económica para los habitantes de la región quienes fueron proveedores de diversos servicios durante el evento.
Ser voluntaria y participar en este tipo de acciones no es fácil, donas tu día y se requiere mucho esfuerzo y compromiso, pero es altamente satisfactorio. Personalmente no soy parte del banco, fui solo una invitada, y aun así me sentí plena al término de la jornada, por lo que estoy segura de que los colaboradores, sentían lo mismo o más que yo; seguro es que regresaron a casa identificados y orgullosos de pertenecer a una empresa que más allá de brindarles beneficios laborales, también contribuye con el medio ambiente y sigue fomentando valores entre todo su equipo, sin importar cargos, ni nombres.