Cuando el conductor noticioso Howard Beale profirió su célebre invectiva en la cinta de 1976 «Network» («¡Estoy más que furioso y no pienso seguir soportándolo!»), era un veterano canoso y alcohólico de la despiadada competencia televisiva. Rachael Kleinberger tuvo más suerte: sabía que, a sus 25 años, quería abandonar su empleo en una compañía de producción televisiva por un puesto en una organización sin fines de lucro enfocada en el medioambiente.
«Quiero hacer algo útil», explicó, «o hacer algo que, al final del día, me lleve a decir ‘me siento bien de haber pasado tanto tiempo haciendo esto’».
Kleinberger forma parte de una nueva ola de recientes egresados universitarios que optan por un sector profesional que apenas existía hace una década: la sustentabilidad medioambiental.
Repentinamente, «sustentabilidad» parece ejercer el mismo encanto que las «punto com» y demás «compañías de arranque» y llama la atención de numerosos jóvenes innovadores y ambiciosos. Amelia Byers, directora de operaciones de Idealist.org, un sitio en internet que enumera oportunidades para grupos sin fines de lucro y otras compañías socialmente responsables (aproximadamente 5 mil de las cuales son organizaciones medioambientales), indicó que el número de empleos relacionados con la labor medioambiental básicamente se ha triplicado en los últimos tres años. «Muchos nuevos egresados salen de un mundo en que el voluntariado y el servicio han contribuido a definir su generación», indicó. «Encontrar un empleo significativo tiene mucho valor para ellos».
Y el rápido crecimiento de los empleos verdes no se limita al sector sin fines de lucro. También pueden permitir ganar dinero.
Ivan Kerbel, director de desarrollo profesional de la Escuela de Administración de Yale, un programa de negocios de posgrado, señaló que las problemáticas medioambientales eran cada vez más importantes para las compañías de todo tipo, algo que los estudiantes de negocios hoy reconocen.
Kleinberger, ahora de 26 años, indicó que la creatividad y la inclusión eran cruciales. Como parte de su trabajo en Global Inheritance, organización sin fines de lucro que utiliza el arte y la creatividad para fomentar la sustentabilidad ecológica, ayudó a organizar actuaciones en el festival musical de Coachella, en abril, que no recurrieran en lo más mínimo a la red eléctrica.
«Su manera de abordar las problemáticas de sustentabilidad y conservación es muy divertida e innovadora», indicó respecto a su compañía. «Digamos que encajamos perfectamente en Coachella».
Fuente: Reforma.com
Por: Austin Considine.
Publicada: 30 de julio de 2011.