¿Quién dijo que la sustentabilidad es aburrida? SimCity es un videojuego que lejos de abordar temas de violencia, apocalipsis o ciencia ficción, como muchos otros lo hacen, decidió tratar el tema de la sustentabilidad.
La misión principal a cumplir en la saga de videojuegos es la construcción de ciudades sostenibles que integren aspectos de toda ciudad real como lo son: la construcción, movilidad, sistema de agua, energías alternas, transporte público, distribución de la industria y las viviendas, colaboración entre ciudades, e incluso el manejo de residuos urbanos.
De esta manera los usuarios se convierten en los alcaldes de una ciudad virtual y deben administrarla de manera sustentable para que ésta sobreviva.
El videojuego, cuya primera versión salió al público en 1989, sirvió de inspiración para el desarrollo de Tygron, un ‘juego’ creado en 2005 en La Haya, Holanda dirigido a arquitectos, ingenieros y urbanistas para diseñar proyectos de desarrollo urbano replicables.
El juego utilizado como herramienta de planificación urbana en 3D consiste en resolver diversos desafíos que son delimitados por tiempo.
A diferencia de SimCity, Tygron le añade un efecto de realidad al proporcionar indicadores tomados de bases de datos de la ciudad en la que se está trabajando con el objetivo de mostrar los efectos que tiene cada acción, explica el director de Tygron, Florian Witsenburg.
El software es capaz de crear mundos realistas y simular distintos escenarios basados en mapas existentes. Por lo tanto, se debe de prestar atención a aspectos como áreas verdes, clima, densidad de población, vialidades, y por supuesto; vivienda.
Los desafíos que deben resolver los usuarios de Tygron, que pueden ser los de una ciudad cualquiera, requieren de tomar decisiones apropiadas y sostenibles que perduren en el tiempo.
Según Florian Witsenburg, Tygron es una buena herramienta para que los ciudadanos, las empresas y los gobiernos diseñen juntos su propia ciudad, y que se vuelva un espacio de consenso y transparencia bajo un modelo de “democracia digital”.