Las prácticas artísticas tienen un papel clave que desempeñar para liderar las transformaciones necesarias para una sociedad sostenible. En este contexto, una acción desde las artes podría estimular a adoptar la sustentabilidad, es decir, asegurar satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la subsistencia de las generaciones futuras.
Afortunadamente, son cada vez más las industrias y sectores que se suman al compromiso de adquirir comportamientos y hábitos más responsables. Pero esta transición también requiere un cambio de pensamientos, una transformación que, desde el ballet sustentable se podría fortalecer y expandir.
Las artes para la transformación social
Durante mucho tiempo, las artes se han empleado en intervenciones que transforman al individuo y a los grupos sociales. En el escenario, han alentado, a partir de formas innovadoras, a abordar diversos conflictos sociales y ambientales.
Con una sala llena en Yokohama, Japón, K-BALLET se ha presentado portando tutús hechos con plástico de burbujas usado, cuatro enormes paredes de botellas recicladas y 100 paraguas transparentes abandonados, atrayendo la atención en su primera puesta en escena.
Parecidos a criaturas de la era espacial con botellas de PET limpiadas a mano atadas a sus cuerpos, la compañía, que incluía a la estrella invitada estadounidense Julian MacKay, saltó y giró a través de un laberinto cambiante en el escenario. Los cascos futuristas de los bailarines brillan bajo las luces en un espectáculo de ballet de primer nivel, pero solo dos meses antes sus trajes eran botellas pegajosas arrojadas a un contenedor de reciclaje de Tokio.
Ballet sustentable vs. plásticos
La contaminación por plástico se ha convertido en uno de los problemas medioambientales más apremiantes, ya que el incremento de la producción de productos de plástico desechables supera la capacidad del mundo de hacerse cargo de ellos. De hecho, Naciones Unidas señala que, de seguir esta situación, el volumen de plástico que ingresa a los océanos casi se triplicará para 2040.
MacKay, de 25 años, señaló que el «gran problema» de los desechos plásticos «realmente no ha llamado la atención» en el mundo de la danza, y cree que las artes escénicas pueden ayudar a inspirar a las personas a actuar.
«Cuando tomas un medio como el ballet o la danza, y lo sumas con el reciclaje o el upcycling, obligas a la gente a pensar, bueno, ¿qué más puedo hacer, qué más funciona?».
MacKay, bailarín de K-BALLET.
En noviembre, pasada la medianoche en el distrito de la moda de Harajuku en Tokio, el productor jefe de K-BALLET, Taiju Takano, y el escenógrafo Naoya Sakata rebuscaban en los contenedores de reciclaje para encontrar los accesorios de plástico para el espectáculo. Junto con el personal de la empresa de gestión de residuos, Shirai Eco Center, sacudieron las tinas y clasificaron las botellas de plástico, latas de aluminio y colillas de cigarrillos.
Sakata también usó botellas de PET recicladas a máquina proporcionadas por Shirai para construir paredes de botellas y las letras enormes que descendían para deletrear «fiesta», en el alegre final de la primera mitad del programa. En total, se emplearon más de 10 mil botellas recicladas y reutilizadas. Naoya Sakata, de 28 años, dijo que ello le hizo darse cuenta de que la cantidad que se desecha cada día es «impactante».
El problema de los plásticos de un solo uso
El plástico de un solo uso sigue siendo un gran problema en Japón, donde incluso las piezas de fruta individuales suelen venir empaquetadas. Sin embargo, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indican que Japón genera solo un tercio de los desechos plásticos que generan sus contrapartes estadounidenses y menos que el promedio de los miembros europeos de la organización.
K-BALLET planea conservar su vestuario y accesorios durante al menos un año, con la esperanza de volver a montar el espectáculo, después de lo cual Shirai reciclará las botellas. Ayumi Kisaki, una actriz de 30 años señaló: «Estos bailarines que ponen de relieve el problema de los residuos plásticos me hicieron dar cuenta de que también era mi problema».
Mitigar la crisis climática y abordar el problema de los plásticos es una tarea que requiere la colaboración de todos los sectores, ello incluye también a las artes y la cultura. Por ello, iniciativas como este ballet sustentable son indispensables para acelerar la acción y hacer eco sobre el peligro al que nos enfrentamos.