El que se hagan estallar cumbres de montañas para llegar al carbón en la región estadounidense de Appalachia, o que se produzcan millones de toneladas de dióxido de carbono para extraer petróleo de la arena en Alberta, Canadá, se cuentan entre los principales motivos industriales de irritación para los ecologistas.
Sin embargo, después de años de enredos legales surgidos de desastres ecológicos y un mayor escrutinio por parte de los bancos que financian a las industrias más sucias, varios grandes prestamistas comerciales hoy adoptan una postura respecto a las prácticas industriales que consideran riesgosas para sus reputaciones y sus resultados financieros.
En los últimos dos años, Credit Suisse, Morgan Stanley, JPMorgan Chase, Bank of America, Citibank y Wells Fargo han tomado medidas para mirar con creciente lupa los préstamos otorgados a compañías involucradas en la eliminación de cimas -hacer estallar la parte superior de las montañas y arrojar los desechos a los valles y arroyos a sus pies- o ponerle fin por completo a los mismos.
En algunos casos, las políticas cambiantes representan un intento por pulir sus reputaciones ecológicas en áreas donde los bancos tenían poco interés, y no hay indicio de que las compañías involucradas en las prácticas censurables no puedan encontrar financiamiento en otra parte.
Aún así, el surgimiento de problemáticas como el calentamiento global, junto con un creciente escrutinio, por parte de grupos ecologistas, de las inversiones realizadas por los bancos en muchas otras industrias (como el desarrollo de petróleo y gas, energía nuclear, generación de electricidad mediante la combustión de carbón, arenas bituminosas, construcción de oleoductos, edificación de presas, silvicultura e incluso ciertos tipos de agricultura), empujan a los prestamistas hacia nuevo territorio.
«Una cosa es que tu potencial prestatario arroje cianuro en un río», expresó Karina Litvack, directora de administración e inversión sustentable en F&C Investments, firma de manejo de inversiones, con sede en Londres.
«Sin embargo, si arrojan dióxido de carbono a la atmósfera, lo cual no es estrictamente ilegal, ¿qué haces? Los bancos se encuentran en una especie de dilema, porque compiten por hacer negocios», afirmó, y podrían perder negocios contra otros bancos si «comienzan a jugar al policía».
Litvack señaló a las grandes protestas realizadas, en agosto, por activistas preocupados por el cambio climático afuera del Royal Bank of Scotland, en Edimburgo, Escocia. Por lo menos una docena de inconformes fue arrestada en manifestaciones contra el financiamiento, por parte del banco, al desarrollo de arenas bituminosas en Canadá.
El banco HSBC, con sede en Londres, restringió sus relaciones con algunos productores de aceite de palma, que a menudo es vinculado con la deforestación en países en vías de desarrollo. El Rabobank, prestamista holandés, ha establecido una lista de control de nueve puntos de condiciones para los aspirantes a prestatarios del sector de petróleo y gas que incluye compromisos para mejorar el desempeño ecológico y proteger la calidad del agua.
Por su parte, el banco Wells Fargo señaló en julio la «considerable atención y controversia» en torno a la minería de eliminación de cumbres en Appalachia, en el este de Estados Unidos. Dijo que su involucramiento con compañías que realizan dichas prácticas era «limitada y menguante».
«Estamos analizando más de cerca una variedad mucho más amplia de cuestiones», externó Stephanie Rico, vocera de Wells Fargo.
A nivel mundial, los bancos y los defensores ecologistas están desarrollando mejores prácticas y otros estándares voluntarios.
Varias instituciones financieras internacionales, como HSBC, Munich Re y otras, han formado los Climate Principles (Principios del Clima), que busca alentar el manejo del cambio climático «en toda la gama de productos y servicios financieros», de acuerdo con el sitio de internet del pacto.
El Royal Bank of Canada, en respuesta a la presión de defensores ecologistas que denunciaban su financiamiento a proyectos de arenas bituminosas, recibió a 18 bancos internacionales, en Toronto, en febrero, para «un día de aprendizaje» sobre las «problemáticas regulatorias, sociales y ecológicas» en torno a las arenas bituminosas.
En agosto, el Rainforest Action Network, grupo ecologista que encabezó una campaña para poner de relieve a las instituciones financieras con vínculos con la industria minera, declaró que los cambios en las políticas ya minaban el financiamiento.
Rebecca Tarbotton, directora ejecutiva de la Rainforest Action Network, comentó que las medidas de los bancos envían «una señal clara de que estas compañías tienen un perfil de alto riesgo y que otros bancos deben tener cuidado».
Fuente: Reforma – the new york times, p. 5
Autor: Tom Zeller Jr.
Publicada: 25 de septiembre 2010