Ben & Jerry’s es una marca reconocida por sus esfuerzos ambientales y sociales desde su creación. Hace unos años fue adquirida por Unilever, pero el gigante se ha comprometido a continuar los ideales de Ben Cohen y Jerry Greenfield, innovando para encontrar soluciones más sustentables. Por ejemplo, su planta en los Países Bajos cuenta con un biodigestor que convierte los restos de helado en energía.
Su nombre oficial es BIOPAQ®AFR Biodigester, pero la marca lo llama el Chunkinator, nombre humorístico que podría traducirse como «el despedazador». El apodo se debe a que el Chunkinator recibe los desperdicios de helado en un tanque, donde microorganismos naturales los «despedazan» hasta convertirlos en partículas que a su vez se transforman en biogás.
Este proceso es usado en varias industrias (aunque no por otra marca de helado), pero lo que lo hace innovador es que el tanque también recibe el agua que fue usada para limpiar la fábrica, y es tratada en un reactor compacto para eliminar el aceite y las grasas, junto con las partículas degradables. En otros sistemas, esto tomaría más etapas.
Como todas las compañías realmente comprometidas con la sustentabilidad, el primer objetivo de Ben & Jerry’s respecto a los desperdicios es reducir la cantidad que se genera, y después encontrar formas responsables de manejar los que inevitablemente produce. El biogás que resulta del Chunkinator es usado para aislar el agua a las temperaturas necesarias para fabricar helado. Este proyecto se llama GreEnergy, y reduce dramáticamente la necesidad del gas natural.
Actualmente, estas iniciativas logran aprovechar la mitad de los litros de helado descartados y la totalidad de las aguas residuales, y la energía generada equivale a la necesaria para fabricar 16 millones de envases de medio litro de helado.
Con información de:
The Guardian
