¿Qué esperaban escuchar como apertura los asistentes a la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo? Tal vez una exposición sobre las turbulencias en los mercados financieros internacionales. ¿Qué recibieron en vez de ello? Una conferencia sobre el papel de las empresas en el desarrollo de una cultura de ayuda a los más pobres; su exponente, uno de los tres hombres más ricos del mundo y un ícono de la revolución de los sistemas, Bill Gates.
Gates insistió en que alianzas deben afianzarse entre compañías, gobiernos y organizaciones civiles para ayudar a los más pobres. En una frase que ejemplifica el abanico de posibilidades sociales para una empresa, el dueño de Microsoft sentenció: «Dar pequeños montos de dinero es importante, pero la segunda cosa es dar tiempo».
La asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo reúne a las autoridades del organismo financiero junto a ministros de Economía y Hacienda de la región, economistas y líderes empresariales.
En otro momento, los cantantes colombianos Shakira y Juanes, el dominicano Juan Luis Guerra, el español Alejandro Sanz y el puertorriqueño Ricky Martin, salieron a escena para dar un ‘concierto’ parte de la campaña «Yo Amo América», que busca fomentar el papel de los artistas como agentes de cambio para la promoción de políticas sociales en América Latina y el Caribe.
Cuando los líderes empresariales mundiales se reunen y tocan este tipo de temas; cuando los artistas del continente, aprovechando estos eventos, organizan conciertos con bandera humanitaria; y cuando la plática de apertura del BID la abre el tercer hombre más rico del planeta y en vez de hablar de finanzas toca temas sociales, algo está ocurriendo.
Ese algo, se llama Responsabilidad Social. Las entidades que ahora se suban a este tren, indudablemente hallarán grandes beneficios, mientras que, aquellas que lo ignoren, deberán prepararse para su posible desaparición.
