Por: Forma y Fondo CXCII
Ante la necesidad de conciliar la preservación de la naturaleza con el depredador progreso humano, se acuñó en 1985 el término de biodiversidad bajo el criterio de sostenibilidad o sustentabilidad. Es la variedad del mundo biológico como sinónimo de la vida sobre la Tierra.
Su objeto es la protección del número de especies vivas diferentes y los fenómenos biofísicos de procesos y relaciones entre los seres vivos. Sin embargo es alarmante el empobrecimiento de la biodiversidad como parte de la crisis ecológica mundial y de la erosión cultural de la sociedad. Conservadoramente cada día desaparecen 200 especies y muchas quedan como desconocidas.
No obstante, la biodiversidad es el resultado de miles de millones de años de Evolución, y apenas de unos pocos miles de años de la aparición del ser humano. Desde los albores de la humanidad, la biodiversidad significó el primer recurso para la vida diaria del primitivo cazador y recolector silvestre.
A pesar de ser la riqueza más grande del planeta, en la actualidad se ve como un depósito de recursos útiles para ser explotados irracionalmente en nombre del desarrollo y el lucro desmedido. La regulación para su aprovechamiento ha originado conflictos al no ser acatados por todas las naciones. Basta citar la caza de ballenas, la matanza de focas y la prohibición de agroquímicos que aún se utilizan en países pobres.
La vida diaria gira en torno a ella; los alimentos y bebidas dependen de las cosechas, ganado y especies marinas. Las plantas tienen usos medicinales y cosméticos, aunque de las 250 mil especies conocidas, sólo unas 5 mil se han investigado. De ahí se producen fibras, maderas, energías alternativas como la biomasa, marina, eólica, solar. La mayor reserva de compuestos bioquímicos: aceites, lubricantes, perfumes, tintes, papel, ceras, caucho, látex, resinas, venenos, corcho, lana, seda, piel, cuero. Los animales continúan aprovechándose para la investigación científica y como medio de transporte.
La mayoría de los deportes se practican en contacto con la naturaleza. Turismo y actividades recreativas aprovechan la fuente de riqueza gratuita en parques, lagos, mares, montañas y bosques. El ecoturismo aumenta por la necesidad y el creciente interés de la gente por reencontrarse con el medio ambiente.
Gran parte de la herencia cultural, educativa, espiritual y gastronómica tiene sus raíces en las diferentes regiones. Su importancia crece porque las especies conservan la huella sobre la evolución de la vida, el funcionamiento del proceso vital y el papel que cada una tiene en los ecosistemas; es dinámica por ser un sistema en constante evolución.
Los patrones de conducta social han originado la destrucción de la variedad biológica y así como ha degradado los ecosistemas y provocado la desaparición de millones de especies, no es remoto que la nuestra corra el mismo peligro. No conformes con los daños causados a la vida y la incapacidad de revertirlos, los científicos ya estudian las posibilidades de habitar bajo los mares y en otros planetas. A nivel global no pueden o no quieren entender que es capital proteger una diversidad biológica, una cadena de vida, de la que somos parte.
El potencial comercial de la biodiversidad tiene el rango de recurso altamente estratégico comparable al del petróleo o el uranio, aumentado por el desarrollo de la ingeniería genética. Su potencial de mercado es altamente lucrativo; el comercio de productos y procesos biológicos abarca casi la mitad de la economía mundial.
Las comunidades indígenas y rurales resienten el impacto de la desaparición de la biodiversidad al depender su economía de ella. Aunque en los acuerdos internacionales firmados por México, en la Constitución y en la Ley General de Equilibrio Ecológico y de Protección al Ambiente se incluye un grado de protección a los indígenas con respecto al uso sustentable de la biodiversidad, beneficios por el uso comercial y la preservación del conocimiento tradicional y prácticas relacionadas; la realidad y la opinión de las comunidades indígenas indican que son inoperantes por las contradicciones y vacíos legales.
Las declaraciones de las Naciones Unidas han enfatizado invariablemente en el compromiso de construir una sociedad mundial humanitaria, equitativa y generosa, consciente de la necesidad de respetar la dignidad de todos los seres humanos. Aun se recuerda la intervención de la delegación de los niños del mundo, al inicio de la Cumbre de Johannesburgo, que con palabras sencillas y claras dijeron que el futuro les pertenece y desafiaron a los países a actuar de tal manera que ellos puedan heredar un mundo libre de las indignidades y los ultrajes que engendran la pobreza, la degradación ambiental y el desarrollo insostenible.
En la distancia quedó la idea de que los niños son el futuro de la humanidad, son el presente y el reto es salvar su vulnerabilidad al impacto de los factores ambientales dadas sus características fisiológicas, el proceso de rápido crecimiento, su inmadurez, sus ventanas críticas de exposición y también sus limitaciones para reconocer los peligros ambientales y la forma de evitarlos. Aun antes, en el período de gestación su vulnerabilidad es especialmente crítica con consecuencias directas sobre los riesgos de enfermar en la infancia y sus posibles secuelas en la vida adulta. Factor que se incrementa por el analfabetismo, el trabajo, la pobreza, la malnutrición, el maltrato y el abandono.
El Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) concluyó que el desarrollo humano es el crecimiento económico equitativo y sostenible, un concepto superior e incluyente que abarca los conceptos sinónimos de desarrollo sostenible, sostenibilidad y sustentabilidad, en el que los diferentes sectores: económicos, sociales, políticos y ecológicos, prácticamente todo, debe tener como meta el desarrollo humano y no sólo el económico.
La forma: entender que el daño alcanza a todas las especies, incluida la nuestra.
El fondo: cuidar el gran depósito de vida que es el planeta, porque como parte de él: TODOS SOMOS NATURALEZA.
ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C. [email protected]
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Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C