La tierra es un complejo mecanismo de equilibrios entre los cuales la energía que proviene del sol tiene una importante influencia, ya que alrededor de 30% nos llega a través de su radiación, se dispersa de manera inmediata y vuelve al espacio. El 70% restante es absorbida por la atmósfera y por la superficie terrestre. Parte de esta energía es absorbida por los llamados GEI, gases de efecto invernadero (vapor de agua (H2O), bióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxidos de nitrógeno (NOx), ozono (O3) y los clorofluorocarbonos (HFC)), los cuales, salvo los HFC, existen de manera natural en la atmósfera e impiden que la energía pase directamente al espacio.
Los GEI siempre han existido en promedio en 280 partes por millón, la concentración de éstos se ha incrementado de manera significativa desde los tiempos de la Revolución Industrial hasta nuestros días a 370 partes por millón, siendo los principales responsables de ese aumento el sector transporte y la generación de energía, causantes de importantes aumentos en la temperatura, deshielo de los polos, multiplicación de fenómenos meteorológicos y expansión de los desiertos, entre otros.
Sin los GEI nos congelaríamos porque la radiación solar se escaparía y un excedente de ellos, al no dejar escapar el calor y regresarlo a la Tierra, nos ahogaría, quemaría, deshidrataría y nos dejaría sin tierra para cultivar. Como respuesta a esta eventualidad, los líderes del mundo pensaron en convertir los GEI en una oportunidad de negocio creando un “mercado de carbono”, el cual se formalizó al firmar en 1992 la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) y en 1997 el Protocolo de Kioto, el cual crea el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que permite que proyectos de inversión elaborados en países en desarrollo puedan obtener ingresos económicos adicionales a través de la venta de créditos de carbono llamados Certificados de Emisiones Reducidas (CER) o Bonos de Carbono en los cuales, un país industrializado o una empresa invierten en tecnologías para reducir las emisiones de GEI obteniendo un certificado que es respaldado por la UNFCCC y que después pueden usar a su favor.
En 2005 se creó el European Union Greenhouse Gas Emission Trading System (EU ETS) es el sistema internacional más importante de derechos de emisión de GEI aplicado a empresas. Este es obligatorio y se apoya en los mecanismos establecidos por el Protocolo de Kioto. El ETS fija un precio por cada tonelada de carbono emitido, fomentando la inversión en tecnologías de bajas emisiones. El ETS ha propiciado la aparición de nuevos sectores de servicios relacionados, como el comercio de emisiones, el financiamiento, la gestión y la auditoría de carbono. La contaminación y el cambio climático crearon el “dinero verde”.
Para combatir el cambio climático hay varias opciones (eficiencia energética, aumento de tecnologías limpias y captura de carbono), la captura y eliminación del bióxido de carbono de la atmósfera es la que más fuerza tiene por que por sus dimensiones representaría, de lograrse, ingresos mayores de “dinero verde” que el que se pudiera obtener por las otras opciones. Para esto existen dos grandes tendencias, la “Captura Geológica” y la “Captura Biológica”. La captura geológica consiste en atrapar el bióxido de carbono y encerrarlo en cavernas. La captura biológica consiste en alimentar microorganismos, de convertir el CO2 y la luz solar en diesel o inclusive hidrógeno.
Como casos de éxito en México de “dinero verde” se puede mencionar a La Venta II de CFE en Oaxaca (junto con Iberdrola y Gamesa) que obtendrán ingresos por 1,350,000 dólares anuales y la planta geotérmica de Los Húmeros I y II, en Puebla, en la que CFE obtendrá cerca de 8 millones de dólares anuales a través de un esquema de MDL por la reducción de emisiones de bióxido carbono y el visionario acuerdo de colaboración que en agosto de 2009 CFE y Biofields firmaron para capturar biológicamente el CO2 de la Termoeléctrica en Puerto Libertad Sonora.
El Universal – opinión, p. A15