El Bosque de Libros fue lanzado recientemente en la capital alemana con el objetivo de fomentar el placer por la lectura en todos los ciudadanos. El proyecto consiste en la adecuación de troncos secos para transformarlos en libreros que fueron plantados en la banqueta de una de las calles centrales del barrio de moda berlinés Prenzlauer Berg, la Sredzkistrasse.
Cada persona es libre de tomar un libro o de dejar alguno que ya no le interese. Así, los vecinos, en su mayoría parejas jóvenes con hijos, se acercan a esta mini biblioteca para buscar libros de su interés. La diferencia es que no hay bibliotecarios que ayuden ni sillas para quedarse a leer, sólo troncos con nichos de donde cada quien toma o deja libros usados.
El Bosque de Libros es parte de un movimiento mundial de reciclaje de libros llamado “Book Crossing” o “Libros Libres”, como se lo conoce en México. De forma tradicional, los miembros de este movimiento dejan un libro en algún lugar público como la banca de un parque con una etiqueta que rece “No estoy perdido, soy un libro libre”.
El Bosque de Libros fue reconocido por el programa “Educación para un Desarrollo Sostenible” de la UNESCO por su valor artesanal y cultural.
No obstante lo virtuoso que luce el programa, el Bosque de Libros ha generando controversia en Alemania debido a la supuesta afectación a la venta de los textos. Sin ser oficial la noticia, se dice que algunos libreros y editoriales han rechazado el programa, debido a que el hecho de fomentar el intercambio de libros podría disminuir sus ventas.
La organización “Libros Libres”, que se fundó en el 2001 y tiene a nivel mundial más de 700 mil miembros, asegura que la mayoría de autores y editores del mundo apoyan su proyecto de fomento a la lectura.
Un programa brillante de responsabilidad social que es virtuoso en más de un sentido, teniendo cualidades ecológicas y culturales enormes. Un desarrollo que cualquier empresa del nicho debiera apoyar debido a su enorme good will y rentabilidad inherentes, pues el que se promueva el hábito de la lectura es un beneficio tácito para toda la industria editorial; no sólo para los nuevos textos, sino incluso para los clásicos; ejemplo de ello es “Cien años de soledad” que fue publicada en Argentina en 1967, que ha vendido más de 30 millones de ejemplares y que en su última reedición (conmemorando los 50 años de la obra) el año pasado, tuvo un tiraje de medio millón de ejemplares.
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